Llamada
Vía Lemovicense por su paso por la ciudad de Limoges. Picaud (autor
del Códice Calixtino) hace especial hincapié en su visita con el
fin de venerar los restos de San Leonardo.
“Asimismo
se ha de visitar el sagrado cuerpo de San Leonardo, confesor, que
perteneciendo a la más rancia nobleza del linaje de los francos y
habiendo sido criado en la corte real, renunciando por amor del sumo
Dios al pecaminoso siglo, llevó largo tiempo en tierra de Limoges,
en el lugar que llaman Noblat, una vida célibe y eremítica, con
ayunos frecuentes y muchas vigilias, fríos, desnudeces e indecibles
trabajos, y finalmente en su mismo campo libre descasó con santa
muerte. Sus sagrados restos se dice que son inamovibles” (Códice
Calixtino).
Los
peregrinos procedentes de Borgoña, Valonia, Champaña, y el sur de
Alemania, visitaban Nevers, Limoges, Perigueux, Roquefort, Orthez y
se podían maravillar con el cuerpo de María Magdalena en Vezélay.
“Después,
en el camino que por San Leonardo de Limoges va a Santiago, se ha de
venerar justamente por los peregrinos el dignísimo cuerpo de Santa
María Magdalena, en primer término” (Códice Calixtino)
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