El arte es el mejor exponente del
mundo simbólico de las sociedades del Paleolítico Superior. Estas
manifestaciones gráficas, realizadas sobre materiales transportables
(arte mueble) o sobre paredes rocosas (arte rupestre) constituyen un
lenguaje codificado y, como tal, fueron un medio de comunicación ,
además de actuar como elemento identificador de los diferentes
grupos humanos.
El arte mueble engloba desde
esculturillas de marfil hasta la decoración, mediante grabado, de
plaquetas de piedra, huesos, elementos de adorno – contornos
recortados, rodetes, colgantes – y útiles o armas, como los
bastones perforados, azagayas, espátulas, varillas, arpones y
propulsores, entre otros. Los motivos decorativos más
frecuentes en la Península Ibérica suelen ser las figuras de
animales, en particular cabras, cérvidos, caballos y uros, junto a
signos como zigzags, aspas, trazos en Y . . .
La cueva del Castillo (Puente
Viesgo, Cantabria) es un yacimiento de referencia de la Prehistoria
de la Península Ibérica y presenta una de las secuencias
estratigráficas más representativas del Paleolítico europeo.
Descubierta por Hermilio Alcalde del Río, las primeras excavaciones
sistemáticas no se producen hasta 1910-1914, dirigidas por Hugo
Obermaier y subvencionadas por el Instituto de Paleontología Humana
(IPH) de París.
Durante la campaña de 1911 se
descubren los omóplatos decorados en un nivel atribuido al
Magdaleniense Inferior, lo que permitió fechar representaciones
parietales similares de cronología indeterminada hasta el momento.
Estas figuraciones de ciervas ejecutadas con trazo múltiple estriado
sobre omóplatos se conocen sólo en una determinada zona de la
cornisa cantábrica y pueden interpretarse como identificadores de un
grupo territorial.
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