Massinissa,
rey de Numidia tomó partido por Roma durante la Segunda Guerra
Púnica y aprovechó su buena relación con Escipión el Africano (al
que ayudó a derrotar a Aníbal en la batalla de Zama) para forjar un
poderoso estado en el Norte de África. Cuentan que vivió 90 años y
que con esta edad aún era capaz de dirigir el ejército.
Massinissa
unificó su reino y lo convirtió en rico y poderoso, desarrollando
la agricultura y el comercio exterior con Roma. Además, tomando como
espejo a los reyes helenísticos, promovió la difusión de la
cultura griega en sus tierra. Su arrolladora personalidad y su
capacidad militar consiguieron la obediencia de los jefes de las
tribus bereberes. Al final de su vida, la provocaciones y saqueos a
Cartago, terminaron provocando la tercera y definitiva guerra púnica.
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