viernes, 18 de octubre de 2019

ESTACIÓN DE TRENES DE BEIJING.




La paranoia del control absoluto sobre todo. Controles de pasaporte, fotografías, billetes y mochilas cada pocos metros. Un despropósito de política estatal empeñada en dirigir cada minuto de la vida de sus ciudadanos, con cámaras situadas en cada rincón del país. Un Gran Hermano a lo bestia. Aquí incluso los baños son colectivos, la privacidad es prácticamente inexistente. El funcionamiento de las estaciones de trenes es similar al de un aeropuerto, con checking, registro, sala de espera y puertas de embarque, tocada de pelotas y todo tipo de parafernalias exasperantes.

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