El viento
cuenta las historias que las piedras callan. Las ruinas del Castillo
y Convento de los Caballeros Calatravos, levantado en el siglo XIII,
han llegado al siglo XXI convertidas en el símbolo de una época, la
Edad Media.
Calatrava
la Nueva se levanta sobre un imponente cerro a 936 metros de altitud
sobre un paisaje de fuerte carácter mediterráneo, un entorno de
singular belleza y de gran valor natural, este fue el lugar elegido
por la Orden de Calatrava para construir su sede principal, una plaza
prácticamente inexpugnable.
La
situación estratégica de Calatrava la Nueva, dominando la llanura,
el Puerto de Calatrava y enfrentado al Castillo de Salvatierra, le
permite controlar una destacada vía natural, que cruza Sierra Morena
y comunica la Meseta con el Valle del Guadalquivir.
Los
Caballeros Calatravos se instalaron aquí en 1217, unos cuantos años
después de la victoria en la batalla de las Navas de Tolosa. La
Orden mantuvo su convento principal durante 600 años hasta que en
1804 fue abandonado definitivamente tras el traslado de los últimos
frailes calatravos a la cercana ciudad de Almagro.
Los
trabajos arqueológicos llevados a cabo en este lugar indican la
existencia de un poblado de la Edad del Bronce, aunque son las
construcciones medievales las que mejor se conocen. Sus calles y
dependencias contienen buena parte de la historia de la Orden y del
Campo de Calatrava, una auténtica entidad autosuficiente.
A
comienzos del siglo XIII la Orden de Calatrava construyó este
Convento, añadiendo varias dependencias a un castillo preexistente –
Castillo de Dueñas – además de una bóveda en el patio central y
una antemuralla para reforzar su defensa. A su alrededor se
levantaron los principales edificios del Convento y todos los demás
necesarios para su correcto funcionamiento.
La
distribución del poblado responderá por un lado a las directrices
que como monasterio debía cumplir de acuerdo con la regla del
Císter, y por otro, atender a las necesidades defensivas que imponía
el contexto bélico de la época.
En
Calatrava la Nueva encontramos tres líneas de murallas: la primera,
anterior a las construcciones de la orden, la segunda, que es la
mejor conservada y la tercera que separa el convento de la Villa
Vieja.
La gran
bóveda tenía como función principal la recepción de todos
aquellos que llegaban al castillo.
En su
interior podemos pasear por la calle de los Artesanos, y en ella una
serie de edificios levantados a principios del siglo XIII, cuya
función fue la de servir de apoyo a la construcción del Convento:
el molino de tracción animal, la tahona, el horno, la fragua . . .
Sobre un
afloramiento granítico se eleva el poderoso castillo que domina,
protege y controla todo el conjunto.
En torno a
la calle de los artesanos se ubican los restos de varios edificios
donde se desarrollaban distintas actividades de carácter artesanal,
imprescindibles en un convento del Císter para asegurar al
autoabastecimiento y el mantenimiento básico de la población que
residía aquí. La calle se traza rodeando al castillo, siguiendo los
diferentes desniveles que va marcando el terreno.
Molino de
Sangre. Se trata de un edificio de treinta metros de largo por ocho
de ancho adosado al interior de la muralla. Se llamó molino de
sangre por utilizar la tracción animal como fuerza motriz.
El
Convento estaba formado por varios edificios dispuestos en torno al
Claustro, del cual solo se conservan los arranques de ladrillos de
los arcos de su planta baja. Al norte se encuentra la Iglesia, el
edificio principal del conjunto, y al este la Sala Capitular, el
espacio donde se celebraban las reuniones de los caballeros de la
orden. Al sur se disponen las cocinas y el refectorio, los
dormitorios y la hospedería.
Al oeste,
mirando hacia poniente, se encuentra el cementerio conocido como
Campo de los Mártires.
La iglesia
de Calatrava la Nueva fue construida en el siglo XIII y es un
edificio de gran belleza artística con elementos tanto románicos
como góticos. Se trata, como no podía ser de otra manera, del
edificio más destacado de todo el conjunto, un templo de transición
entre los dos estilos mencionados.
La
cabecera de la iglesia se encuentra integrada en la muralla II,
mientras que el muro norte forma parte de la muralla III. La
inestabilidad del momento en que fue construida le otorga una fuerte
aspecto defensivo, de forma que aparece coronada por almenas. Por lo
demás es un edificio sobrio, según los criterios formales del
Císter.
En su
fachada principal, conocida como Puerta de la Estrella, destaca un
precioso rosetón lobulado.
En uno de
los ábsides se instaló la capilla del maestre Pedro Girón Pacheco.
Villavieja.
Los calatravos se referían a este espacio como “El campo cercado
de Villavieja, si bien en que era capaz para más de trescientas
casas en caso que en tiempos belicosos . . . ". Con el paso de los
años se delimitó el recinto al norte de la iglesia.
Vivienda
de los trabajadores del siglo XIII utilizada por artesanos y sus
familias que desarrollaban sus actividades en esta calle. Se
construye adosada a la muralla.
La fortificación principal fue en origen una atalaya a la que se asociaron una muralla y cuatro torreones.
El
cementerio recibe el nombre de Campo de los Mártires a partir del
momento en que se trasladan aquí los restos de freires y caballeros
muertos en la defensa de la fortaleza de Alarcos y de Calatrava la
Vieja combatiendo a los musulmanes.
Pegada a
las rocas se abre la Capilla de Nuestra Señora de los Mártires. En
1217 llegó en procesión la Virgen de los Mártires procedente de
Calatrava la Vieja.
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