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miércoles, 4 de junio de 2025

FONDACO DEI TEDESCHI, UNA PEQUEÑA HANSA EN LA LAGUNA.


 



Durante siglos Venecia fue la metrópoli comercial del mar Mediterráneo y punto de encuentro de comerciantes y mercaderes llegados desde otras latitudes. Los comerciantes alemanes se organizaban, para defender sus intereses, en asociaciones llamadas hansas. La ciudad de Lübeck funcionaba como capital y cabeza de la Liga Hanseática. A las orillas del gran canal, en la bella Venecia, los comerciantes germanos se organizaron siguiendo las mismas directrices que en sus ciudades de origen, alrededor del Fondaco dei Tedeschi. En la práctica una especie de sucursal de la poderosa Liga Hanseática del Norte.

viernes, 31 de marzo de 2023

LA CIUDAD MARÍTIMA Y MERCANTIL.



 
La célula originaria de la civilización marítima es la ciudad mercantil, habitada por una población burguesa, libre y dueña de sus actos; la de la civilización territorial es el dominio señorial, en donde el estatuto social aparecer fijado por las relaciones del hombre con la tierra.


Sin embargo, se hace necesario distinguir, tanto en la Europa medieval como en los países mediterráneos de la Antigüedad, dos tipos de ciudad. Por una parte, las ciudadelas militares, residencias reales o principescas, o centros religioso, es decir, aglomeraciones urbanas características de todas las civilizaciones señoriales, cuyos habitantes viven sujetos a un estatuto análogo al de las poblaciones patrimoniales. Por otra parte, las ciudades mercantiles, nacidas espontáneamente por influencia del comercio, de nueva fundación o formadas al margen de las ciudades principescas o religiosas, y que dieron nacimiento a una clase de hombres libres dedicados a un actividad económica: sea al comercio internacional – Tiro, Mileto, Florencia, Gante – o a una simple actividad local.


La organización política de estas ciudades estuvo determinada por su actividad económica y por la composición social que de ella se deriva. Tiro, Venecia, Brujas y las ciudades de la Hansa, que fueron ciudades de mercaderes, estuvieron gobernadas por la burguesía de los negocios; Mileto, Atenas, Florencia y Gante, ciudades industriales, congregaron en sus recintos a un numeroso proletariado libre y conocieron una evolución que, tras liberarlas de las clases privilegiadas, las hizo pasar del gobierno de la burguesía acomodada al del pueblo, a través de graves crisis sociales.


Algunas de ellas, gracias al poderío de sus flotas guerreras, llegaron a alzarse como metrópolis de verdaderos imperios marítimos, tales como las ciudades de Tiro, Atenas y Venecia.


En la Antigüedad, tanto en Egipto como en Siria o Grecia, las ciudades libres borraron de sus alrededores al régimen señorial y a la esclavitud. Fueron centros de libertad y también, lo mismo que los templos y los monasterios, de actividad intelectual y artística.


Además, con la creación en torno suyo de amplias zonas de tráfico, el comercio hizo surgir una población rural libre, apoyada en el poder monárquico para garantizar su seguridad, y una clase burguesa instruida y emprendedora de donde los soberanos sacaban los funcionarios que precisaban para su política centralizadora; las ciudades fueron, pues, la base sobre la cual se constituyeron las monarquías. Tal sucedió, durante la Antigüedad, en Egipto y Mesopotamia, y en el curso de la Edad Media, en la Europa Occidental: Francia, Inglaterra y España. Como excepción, tenemos el caso de las ciudades a las que su gran poderío infundió vida propia, como las de Grecia antigua y las de la Italia Medieval, convertidas en repúblicas autónomas, que obstaculizaron durante largo tiempo la formación de estados territoriales.



Jacques Pirenne.

Historia Universal. 
Volumen VI. Prólogo.

viernes, 10 de enero de 2020

PIRATAS DEL BÁLTICO DURANTE EL PERÍODO HANSEÁTICO.




El Báltico significa para el Norte de Europa lo mismo que el mar Mediterráneo para el sur. Vía de comunicación y de intercambio cultural y económico, mares que definen (e influyen) en las diferentes sociedades humanas que viven en sus orillas. Un medio marino que une, más que separa, un ámbito compartido por todos los pueblos ribereños. Ambos mares han sido, a lo largo de la historia, focos y teatro de operaciones de piratas que se lanzaban a depredar los barcos cargados de riquezas y mercancías que se dirigían a los dinámicos puertos de las prósperas ciudades.

La imagen popular del pirata, y para comprender esto solo debemos pensar en Long John Silver o el histriónico Jack Sparrow, está determinado por una interpretación romántica (Lord Byron, o nuestro José de Espronceda) que termina diseñando mitos y leyendas (como sucede también con los bandoleros andaluces). En realidad estamos ante contrabandistas, extorsionadores, asesinos y gente de mala vida que, por decisión, o por imposición, terminan viviendo al margen de la sociedad. Una sociedad que los ha visto nacer, los ha convertido en lo que son y que los ha proscrito; una sociedad que los teme, y en ciertos aspectos, los admira.

Muchos piratas hicieron fortuna, labraron una reputación e inscribieron su hombre en la historia, entre los siglos XIV y XVI en el entorno del mar Báltico y del mar del Norte: Klaus Störtebeker, Paul Beneke, Margareta Dume, Hans Pothorost y Bartholomäus Voet.


domingo, 29 de julio de 2018

IGLESIA DE SAN PEDRO EN MALMOE.




La iglesia de San Pedro – Sankt Petri – es la más antigua que se conserva en la ciudad de Malmoe, también es el edificio más longevo de todos los levantados aquí. La pesca de arenque contribuyó a la Malmoe comenzase a florecer como ciudad comercial. Los habitantes de Malmo entraron entonces en contacto con las ciudades de la Hansa en el entorno del mar Bático. De ahí surgió la inspiración (y la financiación) para construir una nueva iglesia que correspondiese a la nueva posición de la ciudad.


La iglesia de San Pedro se inaurugó probablemente en el año 1319 y se concluyó en 1380. Los apósteles Pedro y Pablo fueron designados como patrones del templo. La iglesia está situada en la ruta de peregrinación que unía Nidaros en Noruega, Vadstena en Suecia y Santiago de Compostela en España.

El edificio tiene un exterior sobrio con contrafuertes y arcos de sostén. Los muros de ladrillo alternan con unas pocas secciones de ladrillo de otros colores. Como material de edificación se utilizó arcilla de la región, con la que se formaron ladrillos de Malmoe.


La capilla Krämarkapellet se erigió a mediados del siglo XV. En los muros exteriores de la capilla vemos una decena de figuras de piedra caliza que representan, como no, a diferentes santos.

La torre de la iglesia se eleva hoy 98 metros. La primera torre, que se encontraba en el lugar que hoy ocupa el órgano, se derrumbó dos veces en dos décadas, 1420 y 1442. Entonces se edificó una nueva torre al oeste de su ubicación inicial y ahí se encuentra hasta hoy.


Epitafios; durante cinco siglos la iglesia tuvo sepulturas. Jueces, burgueses, sacedotes, comerciantes y artesanos, que se lo podían permitir, compraban una tumba en la iglesia. Después de la renovación del suelo en la década de 1850 solo unas pocas de las piedras se encuentran en sus lugares originales.

La Kramarkapellet muestra el aspecto que tenia la iglesia antes de la Reforma. En su paredes vemos figuras grotescas, híbridos entre animales y humanos, bufones.... Esta capilla fue consagrada a San Jorge (pintura) y se irguió en 1442.


Al igual que en la Edad Media, durante la Reforma y más adelante, la iglesia de Sank Petri es hoy un reflejo de la propia diversidad de Malmoe.


viernes, 25 de mayo de 2018

KLAUS STÖRTEBEKER, PIRATA DEL BÁLTICO.



Donde existe riqueza el crimen, al amparo del comercio se desarrolla la piratería. De la misma manera que las naves fenicias eran asaltadas por los piratas ilirios en el mar Mediterráneo, y los galeones españoles por los corsarios ingleses en las cálidas aguas del Caribe, el mar Báltico y el mar del Norte, fueron el escenario donde Klaus Störtebeker escribió con sangre su propia historia.


Este alemán corpulento, fornido y violento, bebedor, jugador y asiduo a los prostíbulos portuarios, nacido en la encantadora ciudad de Wismar a mediados del siglo XIV, fue (y en parte, sigue siendo) uno de los piratas más célebres de su tiempo y uno de los destacados líderes de los “Hermanos de las Vituallas”. Esta cofradía formada por aventureros, corsarios y buscadores de fortuna se encargaba de asaltar naves danesas y asegurar el abastecimiento de víveres y provisiones para la ciudad de Estocolmo, durante la guerra que enfrentó a ambos reinos.


Tras el cese de la guerra escandinava, y lejos de buscarse un trabajo honrado, Störtebeker continuó dedicando su vida a la piratería, ahora depredando las ricas naves de la liga hanseática.


Los burgomaestres de Lübeck intentaron en varias ocasiones dar caza al proscrito, pero sería un buque de guerra con bandera de Hamburgo que comandaba una pequeña flotilla, el que consiguió capturar al escurridizo pirata. Trasladado y juzgado fue ejecutado en la plaza mayor de Hamburgo, ante una turba enfervorecida que ya empezaba a aclamarle como un héroe del pueblo.


Tras la ejecución del hombre nacen las leyendas. La más repetida, y la más inverosímil, cuenta que el muy bravucón le ofreció al alcalde un trato; que dejase en libertad a tantos hombres como pasos pudiese dar después de ser decapitado. Störtebeker fue ejecutado de pie y el cuerpo sin cabeza fue capaz de dar once pasos, hasta que el alcalde, fuera de sí, optó por poner una zancadilla y derribar al gigantón. A pesar de la proeza post mortem, el alcalde (como todo político que se precie) incumplió su promesa y ordenó la ejecución de todos los compañeros del pirata.


Otra tradición cuenta que Störtebeker era capaz de beber de un único trago hasta cuatro litros de cerveza. En relación a esta divertida anécdota una fábrica de cervezas alemanas decidió bautizarla con el nombre del célebre pirata. A orillas del Báltico, en Wismar, la ciudad que vio nacer a nuestro héroe, pude una tarde embriagarme con su cerveza.


viernes, 2 de marzo de 2018

BRUNO VON WARENDORP.



Burgomaestre de Lübeck y líder militar de la Liga Hanseática. Bajo su gobierno, con la colaboración de los ricos mercaderes de la ciudad, Lübeck monopolizó el comercio en los mares Báltico y del Norte, sustituyendo la talasocracia vikinga, y por voluntad propia, se convirtió en Reina de la Hansa.  

domingo, 12 de junio de 2016

ECOSISTEMA MEDIEVAL.



En un biotopo que se extiende desde el mar Mediterráneo a la región septentrional de Laponia, y desde el océano Atlántico a la difusa frontera que marcan el Cáucaso, los Urales y el antiguo Ponto Euxino (entiéndase mar Negro), un medio físico donde se alternan cordilleras, valles y lagunas, costas llanas y suaves con litorales acantilados, recortados y abruptos, se configura un hábitat formado por prados, bosques, ríos, lagos, castillos, ciudades y monasterios, donde conviven un variopinto número de animales políticos, religiosos, y por supuesto muy sociales (un todo integral explicado por el simple, irreal e inflexible modelo de los Tres Órdenes), organizados a partir de diferentes ideas y criterios (todo lo contrario de la inapetente globalización) y todos juntos conforman el riquísimo ecosistema de la Civilización del Occidente Medieval, magistralmente detallada por Jacques Le Goff: monarquías feudales (Francia e Inglaterra), el Sacro Imperio Románo Germánico y el Papado, ciudades libres, párrocos de pueblo, jerarcas de la iglesia (arzobispos y obispos), vasallos de vasallos (duques, condes y marqueses), hansas de comerciantes, gremios de artesanos, cofradías de trabajadores, mestas de ganaderos, hermanos canteros, repúblicas oligárquicas (Venecia y Génova), doctores de la Universidad junto a estudiantes, tunantes y goliardos, mercenarios catalanes, navarros o suizos, piratas vikingos y berberiscos, cruzados y órdenes militares (templarios, teutónicos y hospitalarios), movimientos heréticos (valdenses, cátaros, husitas), jinetes esteparios (mongoles, magiares, turcos) frailes mendicantes (franciscanos, dominicos), monjes reformadores (Cluny, Císter), peregrinos, meretrices, pordioseros y buhoneros....

Nunca en la historia de Europa (ni futura ni pretérita) existió tal variedad de formas organizativas, pero llegó el Renacimiento y todas quedaron sepultadas bajo los inamovibles cimientos del estado moderno; monarquía autoritaria, hacienda, burocracia, funcionariado y ejército. El mundo medieval no era estático, era mucho más dinámico y abierto de lo que los académicos e historiadores anquilosados se encargaron de ilustrar. Un mundo sencillamente diferente del nuestro y en muchos aspectos desconocido e incomprendido. Las guerras y las persecuciones religiosas son algo posteriores, y el siglo XX, con los nacionalismos extremos, totalitarismos, limpiezas étnicas a gran escala y guerras santas más destructivas que nunca, han demostrado que la oscura Edad Media de los libros no han concluído. La perfección del Humanismo e Ilustración ensombrecieron una Europa mucho más brillante y diversa de lo que se atrevieron a pensar.


miércoles, 20 de abril de 2016

RIGA, GRAN METRÓPOLI DEL BÁLTICO.


Esencia vikinga, capital de la histórica Livonia, Riga es una delicia urbana, pintoresca, alegre, cosmopolita, monumental y artística.


En la orilla derecha del río Daugava, a diez kilómetros de la desembocadura de este río en el Golfo de Riga, sobre una llanura plana ya arenosa, está situada Riga, la ciudad más grande y poblada del Báltico.


En el año 1201 el obispo Alberto von Buxhoevede abandonó Ikskile y se asentó en Riga. Comenzó a construir una fortificación y esa es la fecha de fundación de la ciudad. Desde este lugar el obispo Alberto lanzó a los Caballeros Livonios de la Espada a la conquista y evangelización de la vecina y pagana estonia.



Pronto llegaron colonos germanos para asentarse aquí y paulatinamente Riga se fue convirtiendo en un destacado mercado intermediario entre Oriente y Occidente, una ubicación estratégica entre los mercados alemanes, los centros rusos en el norte y el propio entorno rural. Los colonos germanos llegaban a través de Lübeck e incrementaron notablemente la población, que llegó hasta los dos mil o tres mil habitantes en la década de 1230. La ciudad formó parte de la Liga Hanseática, y conserva el urbanismo típico de aquellos prósperos burgos comerciales. En la actualidad está considerada el centro comercial y empresarial de todo el Báltico.


A partir del siglo XVI Riga, como parte integrante de Letonia fue dominada sucesivamente por Polonia, Suecia y Rusia. Los habitantes de Riga se sienten orgullosos de las veces que estando hundidos, han conseguido levantarse. Ochocientos años de historia salpicados por dramáticos acontecimientos que azotaron con violencia la ciudad.



La Casa de las Cabezas Negras es un sugerente edificio del casco antiguo, construido en el siglo XIV en estilo gótico. Durante un tiempo fue la casa madre de un gremio de comerciantes, todos solteros, apodados Cabezas Negras. Entre los siglos XVI y XIX la casa fue embellecida con nuevos adornos, convirtiéndose en uno de los edificios más afamados de Riga.



El legendario caballero Rolando, espada en mano, monta guardia permanente en el rincón más bonito de la capital letona.


La catedral de Riga – Riga Doms – comenzó a ser construida en 1211 por deseo expreso de Alberto von Buxhoevede y es una simboisis perfecta entre el románico y el gótico. Desde la Reforma es la iglesia luterana más importante de Letonia.



Riga cuenta con otra catedral, la Sveta Jekaba Katedrale, está dedicada a Santiago el Mayor y es el templo católico más destacado del país.



La iglesia de San Pedro – Petera Baznica – está dedicada al patrón de la ciudad. Su estilo basado en los ladrillos rojos es muy típico en toda la zona del Báltico.



Curiosamente Riga es el lugar ideal para disfrutar del Art Noveau de estilo alemán, ya que sufrió menos que las ciudades germanas la devastación de la Segunda Guerra Mundial.



Aún son visibles algunos (pocos) torreones y lienzos de la muralla medieval que protegía el burgo mercantil. La Vieja Riga – Vecriga – es el centro histórico, el área antiguamente amurallada.


Sopa de verduras y cerdo dentro de una bola de pan negro, un plato para llenar la panza y calentar las tripas. Eso sí el nombre es impronunciable.




El monumento a la libertad - Brivibas Piemineklis – es un símbolo de la nación letona.


Guardias de la patria.


Con un marcado estilo Art Noveau y un origen medieval, Riga, es la auténtica gran metrópolis del mar Báltico. Su belleza no desemerece a ninguna otra capital europea. Sin duda una muy grata sorpresa para el camino.




sábado, 13 de febrero de 2016

HELSINKI, LA CAPITAL BLANCA DEL BÁLTICO.



Desde el soleado puerto de Helsikinki - Helsingfors fue su nombre original en lengua sueca – destaca la blancura y claridad de sus edificios. Históricamente Finlandia ha sido campo de batalla donde las potencias regionales, Suecia y Rusia, han dirimido sus diferencias, y en ese contexto, los suecos fundaron la actual capital finlandesa para tener una proyección segura sobre el mar Báltico.



Gustavo Vasa, el enérgico rey de Suecia, fundó Helsinki para hacer la competencia a Reval (actual Tallin) y a la próspera Liga Hanseática. Hoy día es una animada ciudad de preciosos edificios de Art Noveau.


Durante los primeros años de su existencia Helsinki fue un enclave costero de escasa importancia eclipsado por los centros comerciales tradicionales del mar Báltico. No sería hasta la proclamación del Gran Ducado de Finlandia, que Helsinki comienza su espectacular desarrollo. El tiempo, la constancia y el bien hacer finé han convertido a Helsinki en una capital de referencia en el Norte de Europa.


La catedral neoclásica y la catedral ortodoxa, situadas una enfrente de la otra, se vigilan mutuamente, y cuando pueden, se sisan los fieles.


Para muchos viajeros, Helsinki es el puerto de entrada a Finlandia, para nosotros que veníamos desde Inari, en Laponia, fue el puerto de salida.


Ecos del legendario pasado finlandés.



El mar es un elemento que une a los pueblos. El Báltico lleva siglos poniendo en contacto a daneses, suecos, finlandeses, rusos, polacos y alemanes. Pequeños barcos surcan los canales y los brazos de mar, y comunican las islas e islotes que configuran Helsikinki, la ciudad blanca del mar Báltico. Me gusta más el entorno y el mar, que la propia ciudad. Demasiado perfecta, demasiado moderna, para mi gusto le faltan tres o cuatro siglos. No es (subjetivamente) la capital más hermosa de Europa, pero resulta una urbe muy agradable, que cuenta con el encanto de los eternos puertos de mar, y es el mejor lugar para degustar los pescados de la región.  
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