sábado, 2 de noviembre de 2019

MIDIENDO LAS HORAS OSCURAS.





Mientras la humanidad vivió cultivando la tierra y apacentando sus rebaños, no hizo mucha falta medir el tiempo en unidades pequeñas. Las estaciones eran lo realmente importante. Mediante ellas se sabía cuándo había que esperar las lluvias, la nieve, el sol, el frío. ¿Para qué molestarse con las horas y los minutos? El tiempo de la luz diurna era el único importante, el único tiempo en que los hombres podían trabajar. Medir el tiempo útil era, pues, medir las horas de sol. No hay en la experiencia cotidiana un cambio más empobrecedor que la pérdida del sentido del contraste entre el día y la noche, entre la luz y la oscuridad. Nuestro siglo de luces artificiales nos induce a olvidar el significado de la noche. La vida en una ciudad moderna es siempre un tiempo en el que se mezclan la luz y la oscuridad. Pero durante muchísimos siglos la noche fue para la humanidad un sinónimo de la oscuridad que traía consigo toda la amenaza de lo desconocido.
Daniel J. Boorstin. Los descubridores.

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