La primera locura del hombre, las
más antiguas catedrales de la historia. En el sur de Europa, en la
soleada Andalucía se localiza uno de los más destacados conjuntos
megalíticos del Viejo Mundo. Las culturas megalíticas se extienden
por los llanos de Antequera, nunca sabremos (a ciencia cierta) de que
manera el influjo atlántico dinamizó estas enormes construcciones.
Para mí, son las auténticas catedrales de la prehistoria, pues sus
variadas funciones son idénticas. Lugar más destacado del entorno,
al igual que las catedrales góticas de las ciudades medievales. La
prosperidad burguesa medieval potenció la construcción de las
iglesias urbanas, ¿qué clase social impulsó la construcción de
estos dólmenes?. La pasión litolátrica subyace en esta maravillosa
obra humana. Del Calcolítico al gótico, del dólmen a la catedral,
de la jerarquía agropecuaria a la poderosa burguesía comercial.
Un enclave privilegiado donde se
acumulan fragmentos dispersos de la vida pasada. Un impresionante
conjunto megalítico que nos traslada a otro tiempo, muy lejano y
desconocido. Para comprender el salto evolutivo de la especie humana,
para tratar de escudriñar el alma de la Humanidad, debemos comenzar
a analizar y reflexionar en lugares como éste. Se trata de un
espacio mental más que una simpre realidad geográfica. Un centro
del mundo donde lo sagrado se manifiesta de un modo absoluto.
El Conjunto Arqueológico de los
Dólmenes de Antequera está formado por tres monumentos: el Tholos
de El Romeral, el Dolmen de Viera y el Dolmen de Menga, y es uno de
los mejores y más conocidos exponentes del megalistmo europeo. Para
levantarlos se pusieron en práctica una amplia gama de soluciones y
técnicas arquitectónicas. Pero por lo general se caracterizan por
el uso de grandes bloques de piedra.
Estas misteriosas construcciones
(misteriosas en cuanto a técnica, motivación, significado y
funcionalidad) son las primeras formas de arquitectura monumental en
la Prehistoria europea. Los primeros se construyeron haca unos 6.500
años.
Los
constructores de los megalitos de Antequera fueron las primeras
comunidades agropecuarias de las tierras fértiles del Guadalhorce.
En el entorno de la necrópolis se han identificado varios
asentamientos del Neolítico y de la Edad del Cobre (5000 – 2.200
a.C.). El Cerro de Marimacho, una pequeña colina a 200 metros de
Viera y Menga, es el asentamiento más cercano a la necrópolis. Se
trata de un poblamiento de viviendas semisubterráneas.
Ninguna
de estas aldeas pudo acometer a iniciativa individual la erección de
estos grandes bloques de piedra. Esta ingente tarea requería de una
estrecha colaboración y cooperación entre numerosas comunidades
rurales, que compartían códigos religiosos comunes así como una
noción compartida de pertenencia tribal o clánica. ¿Estamos quizás
ante el germen de una sociedad compleja preestatal?. En ese sentido,
las nuevas propuestas de los últimos años, interpretan el
megalitismo como una forma de expresión de las desigualdades que se
van produciendo en la sociedad a partir del Neolítico.
Una
hipótesis. Entre las primeras sociedades de agricultores y pastores
de Europa Occidental, esta arquitectura monumental sirvió para fijar
ideológicamente la presencia y arraigo de la sociedad en la tierra.
Algo parecido a lo que ocurrió en Egipto con las grandes pirámides
del Imperio Antiguo (siempre nos movemos en los embarrados terrenos
de la hipótesis, de la posibilidad, por remota que sea).
“En
su función como cámaras mortuorias algunos megalitocs son
verdaderos depósitos de identidad cultural y genealógica; y como
templos y espacios rituales, sirven también para la realización de
ceremonias propiciatorias, relacionadas a menudo con la fertilidad de
la naturaleza y la memoria de los antepasados”(Junta de Andalucía.
Presentación del Conjunto Arqueológico).
Esta
espectacular necrópolis megalítica de Antequera, situada entre
Málaga y Granada es un destacado hito en la densa distribución de
construcciones funerarias prehistóricas en la Europa Occidental, en
especial en su fachada atlántica. Unas construcciones que se
quisieron vincular erróneamente con las sociedades celtas (de las
que tanto se ha especulado).
Dos
son los posibles criterios para definir el megalitismo: la
utilización de grandes piedras en las construcciones funerarias y el
uso ritual de inhumación colectiva.
“
[…] fueron utilizados como osarios para los restos de los
muertos ancestrales, como marcadores territoriales de la sociedad,
puntos focales y centros para actividades rituales, y lugares en los
que los recuerdos sociales llegaban a ser codificados” (C. Tilley).
Investigadores
y arqueólogos han intentado profundizar en la relación que existe
entre estas tumbas y el territorio circundante, así como con las
estrategias económicas que desarrollaron las sociedades que los
erigieron. Destaca la conexión entre la dispersión megalítica y
las rutas por las que se desplazan los rebaños.
En
definitiva, el megalito simboliza el esfuerzo colectivo de toda la
comunidad, y además legitima (y mantiene en el poder) a
determinados linajes, que vinculan su posición jerárquica a través
de sus teóricos ancestros (reales o míticos).
La
Peña.
El
Dólmen de Menga está orientado hacia la Peña, probablemente un
hito sacralizado en los llanos de (la futura) Antequera. Cuando los
ancestros se elevaron sobre sus dos piernas descubrieron un mundo
mágico: el Sol, el Cielo, la Luna, la Lluvia y la Montaña. Y esos
lugares se convirtieron en la morada de sus recién nacidos dioses.
La naturaleza humana se fue apropiando de la Naturaleza Madre y la
humanizó, la explicó desde su propia óptica. El perfil de la Peña
es el símbolo más poderoso de este paisaje. La orientación
especial del Dólmen de Menga es posible explicarla por la presencia
de un área de especial significado simbólico y ritual en la cara
norte de la Peña, el lugar donde se ubica el conocido abrigo de
Matacabras (que además contiene pinturas rupestres esquemáticas).
Tholos
de El Romeral.
Típico
sepulcro de falsa cúpula ubicado a tres kilómetros de distancia de
los otros dos. Estamos ante el único dólmen de falsa cúpula del
conjunto. Su construcción es muy difrente, pues las paredes están
construidas con piedras de pequeño tamaño y ladrillos hechos de
tierra, cubiertas con losas planas. Cronológicamente es más
reciente que los otros dos, 1800 a.C. Conserva un corredor larguísimo
de 15 metros, que en origen pudo duplicar esa longitud. A partir de
una puerta arquitrabada, el corredor conduce a una gran cámara
circular central, de falsa cúpula. Desde esta gran cámara se accede
por otra puerta a otra cámara, también circular, pero de menores
dimesiones. El eje del Romeral apunta exactamente a la mayor
elevación montuosa de la sierra de El Torcal, conocida como Camorro
de las Siete Mesas. Hay quien ha querido ver aquí (quizás con
cierta razón) una batería natural donde recargar las baterias de
energía telúrica, que se transforma en vitalidad. Una tumba en esta
zona de energías telúricas. Un lugar de paz infinita y silencio
abrumador. Hemos violado a la Madre Tierra, penetrando en sus
entrañas, volviendo al útero.
Dólmen
de Viera.
Un
sepulcro de corredor. Formado por un largo corredor segmentado en dos
tramos, al final del cual se dispone una cámara de planta
cuadrangular, a la que se accede a través de una puerta perforada
cuadrangularmente en la primera losa. Tiene un recorrido interior de
21 metros, edificado con técnica ortostática. La altura media del
interior del sepulcro es de 2 metros y está cubierto con un túmulo
de 50 metros de diámetro, orientado a levante, ligeramente hacia el
sureste siguiendo los patrones estándar ibéricos.
Grandes
construcciones megalíticas, inmemoriales en el tiempo, el primer
intento humano de trascender a través de construcciones pétreas.
¿Tumba o templo?. ¿O ambas cosas?. Un corredor o pasillo construido
con enormes lajas lleva al interior, al fondo, al lugar de los
muertos. La entrada al inframundo eterno, a las entrañas de la Madre
Tierra, a la que todos volveremos.
Dólmen de Menga.
El Dólmen de Menga (llamado así
porque allí tuvo refugio durante muchos años una leprosa llamada
Dominga, la Menga), en cuya construcción colaboró toda la
comunidad, se encuentra orientado hacia la Peña (conocida como Peña
del Indio o de la Mujer durmiente). Un sepulcro de corredor, con un
atrio abierto hacia el exterior que da paso a un segundo tramo de
planta rectangular que, a modo de corredor, sirve de acceso a la
cámara, de planta ovalada, quedando marcado el tránsito de corredor
a cámara por una alteración en la dirección de la línea de ambos
laterales. En el tercio final de la cámara se alcanza la máxima
altura, seis metros. Cubierto con un túmulo de 50 metros de
diámetro, está orientado hacia el noreste (al norte de la salida
del Sol en el Solsticio de verano), orientación anómala en este
contexto cultural que se explica por la alineación con la Peña, una
montaña con rostro humano.
Un sepulcro de corredor que sigue
la misma estructura que cualquier templo, horada el suelo, penetra en
la tierra. El ser humano, el fiel debe descender, avanzar por el
camino iniciático, al finalizar este sendero marcado, encontrarse
con la divinidad. Es posible que una vez recorrido este corredor
hallemos la entrada al Inframundo.
Es precisamente aquí, en la
interpretación del fenómeno megalítico, donde se centra en la
actualidad la atención de los estudiosos del tema. Los rasgos
fundamentales del megalitismo son, en el aspecto físico, la
monumentalidad, la visibilidad y la situación en lugares adecuados,
y en el aspecto ideológico, el carácter funerario, religioso o
simbólico, la condición de obra colectiva y su carácter de
elemento distintivo o de señalización. Para C. Renfrew los
megalitos desempeñaron una función social como elementos de
equilibrio social de los grupos; para Darwill y Fleming, fueron
símbolos de delimitación territorial destinados a regular la
adaptación al entorno; para Larson, Tilley y Shanks, un símbolo que
expresaba una ideología y poder, resaltando el control sobre el
ritual destacado sobre el monumento, con lo que se ayudaba a mantener
el continuismo del dominio de los mayores; para A. Saxe, la
titularidad sobre la tierra comunal quedaba atestiguada por el
mantenimiento de las tumbas de los antepasados; para Chapman, la
materialización de los derechos del grupo sobre el territorio en el
que se erigían, dándoles derechos para acceder a la explotación de
sus recursos básicos de subsistencia. En todo caso, parece claro que
los megalitos desempeñaron una función social en la que estaban
presentes tanto el culto a los antepasados como el deseo de hacer ver
a los demás el control sobre el territorio y la fuerza y cohesión
del grupo que en él vivía.
Jorge Juan Eiroa
Nociones de Prehistoria General.
Maravilloso lugar de eterno
descanso, miles de años, la primera locura del hombre, intento de
eternidad, templo, sitio idóneo para venerar o adorar, hablar,
encontrar a la divinidad, asentamiento telúrico, magia, puerta al
Inframundo. Además el cementerio actual de Antequera se encuentra
muy próximo, terrenos estos abonados por cadáveres, tierras de
tránsito del mundo de los vivos, al de los muertos.
Bajo el Sol de la mañana, de un
bonito día invernal, mi mente ha quedado colapsada tratando de
desentrañar los secretos de estas construcciones megalíticas. Un
lugar más mental y simbólico que geográfico, un onfhalos sagrado
donde la esfera espiritual domina totalmente al plano temporal y
material.
No hay comentarios:
Publicar un comentario