El primer gran descubrimiento
fue el tiempo, el terreno de la experiencia. Sólo señalando los
meses, las semanas y los años, los días y las horas, los minutos y
los segundos, pudo la humanidad liberarse de la cíclica monotonía
de la naturaleza. El correr de las sombras, de la arena y del agua,
del tiempo mismo, traducido al staccato del reloj, se convirtió en
una útil medida de los movimientos del hombre a través del planeta.
Los descubrimientos del tiempo y el espacio llegaron a ser una
dimensión continua. Las comunidades de tiempo produjeron las
primeras comunidades de conocimiento, las maneras de compartir el
descubrimiento, una frontera común de lo desconocido.
Daniel J. Boorstin.
Los descubridores.
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