Sobre un
cono volcánico se levanta la capilla de San Miguel hasta una altura
que le permite escudriñar cada rincón de la villa medieval de Le
Puy en Velay. A mediados del siglo X el obispo de Le Puy, Gotescalco,
se convirtió en el primer peregrino en realizar el Camino de
Santiago. Cuando regresó decidió la construcción de este
santuario.
Los dioses
se sustituyen unos a otros, y los espacios religiosos se reutilizan
una y otra vez. Cuentan que en este mismo lugar existió un templo
consagrado al dios Mercurio (Hermes griego), protector de los caminos
y patrón del comercio. En la Edad Media, San Miguel Arcángel se
adueñó de la roca de Aiguilhe.
Los seres
fantásticos, imposibles, quedan fuera del espacio sagrado. Al igual
que los cuadrúpedos.
Sobre una
formación volcánica, obra de los Titanes, la diminuta iglesia de
San Miguel Arcángel es un recuerdo vivo de los ancestrales rituales
celebrados en este ónfalo sagrado desde la noche de los tiempos.
El tremendo
esfuerzo de llegar hasta aquí, 268 escalones a pleno sol, te pone en
contacto con tu ser más profundo y auténtico, te comunica con los
chamanes primigenios y las sacerdotisas que vieron en cuevas y
cavernas los más antiguos templos que conoció la Humanidad.
Las pequeñas
columnas son nervios que penetran en el mismo seno de la tierra y
sustentan las bóvedas, el cielo iniciático sobre nuestras cabezas.
Aquí el fatigado caminante encuentra reposo y regocijo.
Los artistas
del románico continuaron la obra que comenzaron las mujeres del
Paleolítico Superior en las cavernas del sur de Europa.
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