lunes, 25 de noviembre de 2019

CAPILLA DE SAN MIGUEL DE AIGUILHE.




Sobre un cono volcánico se levanta la capilla de San Miguel hasta una altura que le permite escudriñar cada rincón de la villa medieval de Le Puy en Velay. A mediados del siglo X el obispo de Le Puy, Gotescalco, se convirtió en el primer peregrino en realizar el Camino de Santiago. Cuando regresó decidió la construcción de este santuario.


Los dioses se sustituyen unos a otros, y los espacios religiosos se reutilizan una y otra vez. Cuentan que en este mismo lugar existió un templo consagrado al dios Mercurio (Hermes griego), protector de los caminos y patrón del comercio. En la Edad Media, San Miguel Arcángel se adueñó de la roca de Aiguilhe.




Los seres fantásticos, imposibles, quedan fuera del espacio sagrado. Al igual que los cuadrúpedos.



Sobre una formación volcánica, obra de los Titanes, la diminuta iglesia de San Miguel Arcángel es un recuerdo vivo de los ancestrales rituales celebrados en este ónfalo sagrado desde la noche de los tiempos.



El tremendo esfuerzo de llegar hasta aquí, 268 escalones a pleno sol, te pone en contacto con tu ser más profundo y auténtico, te comunica con los chamanes primigenios y las sacerdotisas que vieron en cuevas y cavernas los más antiguos templos que conoció la Humanidad.


Las pequeñas columnas son nervios que penetran en el mismo seno de la tierra y sustentan las bóvedas, el cielo iniciático sobre nuestras cabezas. Aquí el fatigado caminante encuentra reposo y regocijo.



Los artistas del románico continuaron la obra que comenzaron las mujeres del Paleolítico Superior en las cavernas del sur de Europa.



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