domingo, 18 de mayo de 2014

REAL COLEGIATA DE SAN ISIDORO DE LEÓN



San Isidoro es el panteón regio de los Monarcas de León; la cripta es una auténtica Capilla Sixtina del Románico. El rey Sancho III el Mayor de Navarra, en su tiempo el más poderoso de los monarcas ibéricos, descansa bajo la atenta mirada del Pantocrátor y el Tetramorfos. Otra cuestion es lo que piensan en el Monasterio de Oña que tambien presume de poseer los restos de tan gran monarca. 


Los orgullosos reyes de León, cuando eran los soberanos del más poderoso estado cristiano ibérico, se hacían titular como Imperator Hispaniarum. De León dice Aymeric; “es sede de la corte real, llena de todo tipo de bienes”

En 1063 Fernando I, que había trasladado a la Capital del Reino, los restos mortales del sabio San Isidoro de Sevilla, procedió a la consagración definitiva de este Santo Lugar. El propio Fernando I, uno de los hijos de Sancho III el Mayor, y su esposa, Doña Sancha, eligieron este lugar para el enterramiento de la Estirpe Real Leonesa, convirtiéndose en Panteón Regio. La hija de ambos, Urraca, señora de Zamora, amplió el templo, edificando una nueva iglesia. 


Inscripción en el interior del Panteón en homenaje a Doña Urraca: “Aquí reposa Doña Urraca, reina de Zamora, hija del rey Fernando el Magno, ella amplificó esta iglesia y la enriqueció con multitud de donaciones. Y porque amaba a San Isidoro sobre todas las cosas de este mundo se consagró a su servicio”.

El insigne sabio visigodo San Isidoro de Sevilla, celebrado autor de Etimologías, reposa eternamente en este excepcional templo del Románico. Una auténtica joya del primer estilo europeo, tanto en arquitectura, como en pintura y escultura. 


La puerta aparece rematada por San Isidoro a caballo, emulando a Santiago Matamoros. Sabio y guerrero. 


La cripta, como toda necrópolis, desprende una suave atmósfera de sacralidad enfatizada por etéreas nubes de misterio. Todo ello bajo una cúpula policromada, donde Pantocrátor es Señor Absoluto, acompañado por su cuatro heraldos. La cúpula románica vela por el descanso eterno de once reyes, catorce reinas y condes, infantas y nobles; sus almas en el cielo y sus cuerpos en suelo sacro. 


Cristo en maiestas (majestad) y el Tetramorfos, desde el cielo velan por las almas de reyes, reinas, infantes e infantas del reino. La pintura románica, simple e infantil en láminas y fotografías, cobra esplendor, belleza, brillo, luminosidad y significado cuando se observa en la realidad. 


Un precioso calendario agrícola ornamente un arco de una de las bóvedas. Cada mes se relaciona con la actividad agropecuaria que correspondía según la estación.  El Calendario Agrícola, dibujado con maestría en un arco, muy cerca de Cristo, es un velado homenaje a esa clase de hombres y mujeres, los campesinos, encargados de sostener sobre sus hombres todo el engranaje socioeconómico de la Europa Feudal. Sin ellos (ni ellas) no hay señores, ni reyes, ni obispos, y por supuesto, ni iglesias ni castillos. El autor supo donde situarlos, en los cimientos de la inmensa Colegiata, sobre sus doloridas (y castigadas) espaldas se elevan, altos, gruesos y compactos muros. Una iglesia es mucho más que piedra, cuenta la historia del mundo, del real (campesino) y el ideal (noble y clérigo). Hoy San Isidoro seguirá escribiendo, hoy San Isidoro conocerá mi historia. 






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