Hijo de los Reyes de
Navarra y aspirante al trono francés , anduvo metido (prácticamente)
en todos los fregados de la época (guerra de los Cien Años,
revueltas parisinas, conquista del Reino de Albania, guerra Civil
Castellana) y cuando descubrió que nunca se sentaría en el trono
francés se conformó con reinar en Navarra, logrando al menos (y
eso ya era mucho) mantener la integridad de su territorio. Carlos lo
tenía todo para convertirse en uno de los hombres más poderosos de
Europa Occidental, pero algo falló, ¿él mismo?, ¿las
circunstancias?, ¿la pericia de sus rivales?, ¿la ineptitud de sus
aliados?. De cualquier manera no era su destino llegar a ser ese rey
poderoso.
Su madre Juana II de
Navarra (hija de Luis X ) había sido apartada de la línea sucesoria
al trono de Francia por su condición de mujer (en virtud de la Ley
Sálica que tantos quebraderos de cabeza trajo a Fernando VII y a su
hija Isabel II). No obstante, siempre que tuvo la más mínima
posibilidad, por muy remota que fuera, Carlos se mostró dispuesto a
reclamar unos derechos que él consideraba legítimos. Su padre, Felipe de Evreux , noble francés y rey consorte de Navarra tenía
amplias posesiones en Normandía que heredó el propio Carlos.
Carlos tenía 17 añitos
cuando murió su madre, siendo coronado en la Catedral de Pamplona
(27 de Junio de 1350) nuevo rey de Navarra (asusta pensar un rey de
diecisiete años en el mundo inmaduro de hoy). Ese mismo año murió
el rey francés Felipe VI y Carlos abandonó Navarra decidido a hacer
valer sus derechos al trono de Francia, dejendo a su hermano menor
Luis, a cargo del gobierno. En sus porfías por la corona francesa
contó siempre con el inestimable (e impagable) apoyo de su familia,
en especial de su tía Juana de Evreux (viuda del último rey Capeto
Carlos IV) y su hermano Felipe, hombre enérgico y obstinado.
Instalado en la corte,
pronto comenzó a conspirar contra todos y la primera víctima fue
Carlos de la Cerda, favorito del rey francés Juan II, asesinado por
sus matones. Este acontecimiento (trágico y habitual en contextos de
luchas por el poder) acrecentó la enemistad entre ambos gallos del
corral, y eso que el monarca francés, precisamente para contentar al
navarro, le había entregado a su propia hemana Juana en matrimonio.
A partir de este momento (otro punto de inflexión en su vida) Carlos
comenzó a reunir a su alrededor a todas las personas descontentas
con los Valois (que llevaban poco tiempo reinado), incluyendo a los
ingleses (eternos enemigos). De todas formas los franceses nunca
apoyarían la investidura de un monarca extranjero, y probablemente
Carlos nunca fue capaz de comprenderlo. Este ceguera le llevó a
malgastar demasiadas energías inútilmente.
Carlos de Navarra fue
una persona que se alió con todos, y que a todos traicinó. En ese
sentido, apoyó la rebelión burguesa de Etienne Marcel , se convirtió
en capitán general de París, para acabar aplastando la insurrección
campesina (con lazos fraternales con los movimientos urbanos) de la
Grande Jacquerie. También hizo buenas migas con los flamencos y los
ingleses en un intento de socavar la autoridad de los monarcas
franceses. Y todo para nada. En 1365 perdida toda esperanza de ocupar
el trono de Francia, tras su renuncia mediante el Tratado de Saint
Denis, decidió abandonar su cruzada personal y regresar a los
asuntos de Navarra.
En la Península Ibérica
las cosas tampoco fueron fáciles, en un doble contexto bélico, la
Guerra de los Cien Años y la Guerra Civil en Castilla; franceses,
ingleses, castellanos y aragoneses, andaban enfrascados en uno de esos
conflictos poliédricos, que parecen no tener fin, con batallas,
asedios, pactos, escaramuzas, tratados, asesinatos y traiciones.
Carlos selló alianzas y rompió pactos según el momento y los
intereses particulares. Aunque en principio trató de mantenerse al
margen, se enfrentó con todos, y si bien es cierto que no logró ni
la corona francesa, ni aumentar sus territorios, no es menos cierto
que consiguió mantener intactas las fronteras del Reino de Navarra,
rodeado como estaba de potenciales enemigos, que podrían haber
anexionado el reino, sin excesivas dificultades.
En el interior del reino
navarro desarrolló un profundo programa de reformas que incluía un
saneamiento de la administración, el refuerzo de la nobleza como
pilar basico de la monarquía y la creación de Cámara de Comptos (1364) situada en la capital Pamplona, como principal órgano
financiero. Además reconstruyó la iglesia-fortaleza de Ujué y
proyectó fundar allí mismo una Universidad, de la que llegaron a
construirse los cimientos (visibles aún hoy) pero que se tuvo que
abandonar por falta de recursos.
A Carlos II los
franceses lo llamaron "el Malo" quizá en contraposición a
su rey Juan II al que conocían como el Bueno (Jean le Bon). Rey malo
en Francia pero monarca querido en Navarra.
Su muerte sigue rodeada
de misterios, pues se cuenta que murió abrasado en su propia cama,
al parecer víctima de los remedios de un médico alquimista que le
había preparado un tratamiento a base de suaves sábanas blancas
empapadas de aguardiente. La chispa de una lámpara cayó sobre las
vendas y el monarca acabó convirtió en una antorcha humana. De esta
novelesca forma abandonó este mundo el rey Carlos II.
Un médico judío de
Zaragoza, Samuel Trigo se hizo cargo del cuerpo, al que evisceró y
preparó para la eternidad. Embalsamó el corazón utilizando
aguarrás, mirra, aloe, incienso, resiina, colonia y goma arábiga, y
luego fue introducido en un pinchel (vaso) de estaño. El cuerpo fue
sepultado en la Catedral de Pamplona, las entrañas se trasladaron a
Roncesavalles y el corazón fue llevado a Ujué donde se celebraron
los funerales, siendo depositado en el interior de una arqueta en el
altar mayor de su iglesia. Como dice la voz popular "genio y
figura, hasta la sepultura".
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