En
un principio fue Iliria, raza orgullosa de su independencia, hijos,
como los celtas, de la Edad del Hierro. La guerra era su razón de
ser y de existir. Tuvieron que combatir con los griegos y con los
romanos que ansiaban controlar sus costas, la del Adriático.
Hicieron de la piratería un oficio, del corso un negocio y de la
guerrilla una práctica habitual que les garantizó la supervivencia.
Y cuando estaban hastiados de la paz, ganduleando entre la molicie
porque no encontraban enemigos, se enrolaban en los ejércitos
extranjeros para combatir como merecenarios. Grecia se fue
difuminando y el poder de Roma, acabó desapareciendo. Los ilirios
sobrevivieron atrincherados en sus montañas y el tiempo les fue
convirtiendo en albaneses.
Siglos
después volvieron a bajar de las montañas para enfrentarse a los
turcos.
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