Rodilla en tierra, espada
en mano, junto a Enrique el Navegante en el monumento a los
Descubrimientos de Belen, aparece Fernando, hijo del rey Juan I de
Portugal, participó en un ataque al norte de África, y a pesar de
la victoria cristiana, el infante fue hecho prisionero y acabó
muriendo en una cárcel de Fez. Años más tarde fue canonizado por
la Iglesia Católica.
Sus restos reposan junto
a sus padres en la Capella del Fundador del Monasterio de Batalha.
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