El infante Alfonso
arrebató Cartagena a los musulmanes. Sentado ya en el trono de
Castilla, Alfonso X ordenó levantar una Torre del Homenaje en el
Cerro de la Concepción, que en pocos años se transformó en un
pequeño castillo, desde el cual se dominaba toda la ciudad y se
controlaba el puerto, auténtico pulmón de la vida económica de
Cartagena.
El Castillo de la
Concepción fue un punto de suma importancia para la ciudad, como
lugar estratégico hasta su abandono en el siglo XVIII. Desde
principios del Tercer Milenio alberga un centro de interpretación de
la milenaria historia de Cartagena.
Para el origen de los
sistemas de abastecimiento de agua se han planteado dos hipótesis:
su revestimiento de mortero hidráulico y su tipología hacen pensar
en un origen romano, pero según otros planteamientos estos depósitos
pudieron formar parte de una construcción defensiva levantada por
los bizantinos.
En el año 209 a.C. el
brillante general romano Publio Cornelio Escipión "el Africano"
arrebató la ciudad a los cartagineses, empezando a inclinar a su
favor los destinos de la Segunda Guerra Púnica. En época del primer
emperador, Augusto, Cartago Nova experimentó una intensa
transformación urbana, cuyo elemento más espectacular, y mejor
conservado en la actualidad, es su teatro.
Aunque los visigodos
destruyen la ciudad en el siglo VII, durante el periodo islámico irá
recuperando poco a poco su importancia en el ámbito mediterráneo.
Las fuentes árabes se refieren a Cartagena como Qartayana al -
Halfa, la traducción del nombre latino-bizantino, Cartago Spartaria.
Desde el siglo X, viajeros y geógrafos musulmanes destacan la
importancia de su puerto.
En torno al Cerro de la
Concepción, se asentaba la medina amurallada, muy próxima a la
dársena. En la parte más alta se dispone el recinto fortificado más
importante, la Alcazaba. Los textos hacen referencia a la existencia
de mezquitas.
De los territorios
dependientes de Cartagena se obtienen los recursos necesarios para el
abastecimiento de la ciudad. Además el puerto permite la llegada de
las más variadas mercancías. Al -Umari (ss XIII - XIV) escribe que
"los víveres abundan en ella y siempre están a buen precio".
En el centro de
interpretación se exponen una serie de reproducciones de armas y
armaduras medievales.
Casco de tiras con nasal,
siglos VI - X.
Yelmo de tonel de de
calva plana del siglo XII.
Chapelina de los siglos
XIII - XV.
Barbute o celete del
siglo XV.
Capacete del siglo XIII.
Sugar loaf, siglos XII -
XIV y cota de malla desde época
romana hasta el siglo XVI.
En el año 1245 las
huestes del infante don Alfonso (el futuro rey Alfonso X)
conquistaron Cartagena. Algunos años después, en 1264, los
pobladores de origen musulmán de todo el Reino de Murcia se rebelan
ante la nueva situación política. Las tropas reales vuelven a tomar
la ciudad y es en este momento cuando comienza el auténtico
asentamiento cristiano.
A finales del siglo
XIII, Jaime II de Aragón invade el adelantamiento murciano y
Cartagena no se volverá a integrar en la Corona de Castilla hasta
los Tratados de Torrellas- Elche (1304 - 1305).
Privilegio rodado de
Fernando III concedido a Cartagena según el Fuero de Córdoba, el 16
de Enero de 1246 en Jaén.
Sello de Alfonso X como
"Rey de Romanos", aspirante al Sacro Imperio, de 1266.
En el momento de su
incorporación a Castilla, Cartagena queda, como el resto del Reino
de Murcia, en un estado de frontera en permanente hostilidad con
Granada, Aragón y el Norte de África. En la práctica esto se
traduce en una vida llena de dificultades para los nuevos colonos
cristianos. Por ello, las leyes que otorgan los reyes castellanos,
los fueros de la ciudad, pretenden incentivar el asentamiento de
población gracias a beneficios fiscales, y a la posibilidad de
ascenso social y económico. El gobierno municipal es ejercido por el
concejo que ejercía su jurisdicción sobre un amplio territorio.
La reinstauración del
Obispado de Cartagena fue un proyecto de suma importancia para
relanzar la influencia de la ciudad y beneficiarla de las ventajas
que supone alojar al poderoso gobierno episcopal. La nueva diócesis
abarcaba buena parte del sureste peninsular incluyendo toda la
extensión del reino de Murcia. Pero pronto se hace patente la
peligrosidad de la nueva sede y el proceso de despoblamiento, que se
traduce en el traslado del obispo a la capital del reino en 1291.
Alfonso X, aspirante al
trono imperial como hijo de Beatriz de Suabia, patrocinó en 1272, la
creación de la Orden Militar de Santa María de España, con una
clara vocación marinera y cuya sede conventual se instaló en
Cartagena. Su puerto es un acceso privilegiado (y seguro) al mar
Mediterráneo, desde el que se puede controlar todo el ámbito
europeo.
El constante estado de
beligerancia provoca que la mayor dedicación económica de los
habitantes de Cartagena fuese la ganadería, pues siempre es posible
poner a salvo los rebaños detrás de las muralla. Además, la
situación desértica convierte al Campo de Cartagena en un gran
pastizal donde vienen a pastar reses de otras tierras. Precisamente
la exportación de la lana castellana por el puerto cartagenero es
con toda probabilidad su movimiento comercial más destacado, llevado
a cabo por mercaderes genoveses y castellanos. La pesca es otra de
las actividades claves para el cartagenero de la Baja Edad Media.
El agotamiento
castellano, la emigración mudéjar y el continuo contexto de guerra
en el territorio ayudan a explicar el proceso de despoblamiento que
sufre el Reino de Murcia a lo largo de toda la Baja Edad Media. Los
pocos vecinos que residen aquí, lo hacen militarizados y armados,
parapetados detrás de las murallas de las ciudades, mientras que el
campo se va convirtiendo en un auténtico desierto. Cartagena queda
aún más expuesta, ante la incertidumbre del Mediterráneo medieval.
En 1313 el nieto de
Fernando III, don Juan Manuel, adelantado mayor del Reino de Murcia,
y uno de los hombres más influyentes de su tiempo, consigue
titularse señor de Cartagena. En 1346 después de una dramática
crisis la ciudad vuelve al patrimonio de la corona. En 1465, el
desentendimiento castellano sobre las cuestiones mediterráneas
provoca que don Pedro Fajardo, también adelantado mayor del Reino de
Murcia, logre el señorío de Cartagena. Habrá que esperar hasta
1503 para que la ciudad revierta definitivamente a los dominios de la
Corona Castellana.
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