Meresanj abandonó la vida terrenal para comenzar un camino mágico hacia el conocimiento. En este viaje iniciático la reina Meresanj respira la flor de loto que le confiere energía de la primera aurora, se aventura en el pantano primordial y encuentra a Hathor, emergiendo de la exhuberante vegetación. La diosa ofrece la eterna juventud, Anubis la protege y la reina somete a la hiena y al órix. Al término de su recorrido accede al conocimiento de la luz, el conocimiento supremo, transformando la muerte en resurrección.
Merensaj (o Meren Ankh), ella ama
a la vida, hija de Kauab, nieta (por tanto de Keops) y esposa del
faraón Kefrén. Autoproclamada hija del rey, de su cuerpo, la esposa
real, su tumba es uno de los más preciados tesoros que esconde la
necrópolis de Gizeh. La tumba es una mastaba de una capilla con tres
habitaciones. Aunque sabemos poco de sus acciones como reina, los
textos ensalzan a esta mujer excepcional, iniciada en los secretos de
Hathor. El interior de su tumba nos invita a que la acompañemos en
su camino de iniciación. Diez esculturas convierten la tumba de
Merensaj, una cofradía de mujeres, en el centro de culto de una
comunidad de sacerdotisas. En pocas civilizaciones de la Antigüedad
tuvo la mujer mayor protagonismo que en Egipto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario