Imhotep, aquel que viene en
plenitud, también escrito Imutes, fue visir de Dyoser y principal
colaborador del faraón que inició el Imperio Antiguo. Además de
visir fue médico del rey, sumo sacerdote de Heliópolis y escriba. A
este primer científico de nombre conocido, se debe la construcción
del recinto funerario de Saqqara. Divinizado posteriormente en el
período Saíta, se le considera inventor de arquitectura en piedra y
especialmente de la pirámide.
Imhotep es el primer
científico de la historia cuyo nombre nos es conocido. Con el paso
de los siglos surgirían todo tipo de leyendas sobre él. Alcanzó
gran renombre como médico cuyas facultades curativas eran casi
mágicas; de hecho, muchos siglos después fue incluido en el panteón
egipcio como dios de la medicina. Se le atribuye además el hecho de
haber guiado al pueblo egipcio, con éxito, a través de años de
sequía gracias a haber previsto el almacenamiento de trigo, por lo
que es posible que la historia bíblica de José se base en parte en
la leyenda de Imhotep. Aparte de su fama legendaria como médico,
científico y mago, Imhotep fue sin duda el primer gran arquitecto.
Fue él quien emprendió la construcción de la mastaba de Zoser, que
iba a ser la mayor de las construidas hasta entonces, y que además
lo fue en piedra en vez de en ladrillo. Esto satisfizo sin duda la
necesidad de Zoser de impresionar a los egipcios con el poder de los
reyes de la nueva dinastía.
Isaac Asimov.
Historia de los Egipcios.
En Imhotep podemos reconocer
al primer genio conocido de época histórica cuyo modo de pensar e
imaginación trascendió a su tiempo y llevó por nuevos cauces la
cultura humana.
Cyril Aldred
Los egipcios
La pirámide escalonada de
Saqqara, la necrópolis de Menfis, rodeada de un monumental conjunto
funerario, imitación en piedra de la capital y del palacio real. Se
trata del primer gran monumento construido enteramente en piedra y es
obra de la mente privilegiada de Imhotep.
Por primera vez en la
historia, la brillante concepción y ejecución de un monumento real
puede atribuirse a una persona conocida, cuyo nombre resonaría a
través de los siglos como paradigma de la sabiduría y los
conocimientos del antiguo Egipto: Imhotep. Un pedestal de estatua
procedente de la galería de acceso a la Pirámide Escalonada —y
que podían ver todos los que entraban en el recinto— lleva su
nombre junto con el del rey.
Auge y caída del Antiguo Egipto.
Toby Wilkinson.
Es difícil conocer con
exactitud cuáles son todos los avances que la sociedad egipcia le
debe a este singular personaje cuyo nombre ha resurgido de nuevo
gracias a la magia del celuloide. Una puesta en escena que no ha
hecho más que recubrirlo de un halo fantástico, aún más si cabe,
del que originariamente tuvo.
Juan Jesús Vallejo
Breve historia del Antiguo
Egipto.
En el alba de la civilización
eclosionó el Egipto Faraónico e Imhotep, personalidad
enciclopédica, fue el primero de todos los hombres que se elevó por
encima del resto gracias a su sabiduría. Escultor y carpintero,
visir del faraón Zoser, gran sacerdote de Heliópolis, arquitecto
que diseñó las primeras pirámides, reputado médico asimilado por
los griegos con su dios Asclepio, mago conocedor de los secretos de
la vida y la muerte, astrónomo que escudriñó los cielos, filósofo
y muy probablemente autor de un “Libro de instrucciones”. Imhotep
es para la historia el primer arquitecto de nombre conocido, y para
la cultura popular, el sabio primigenio, aquel que inició el camino
del conocimiento total, que muchos otros han seguido después de él.
El sacerdote Manetón dice
acerca de Imhotep que «a causa de su ciencia médica es considerado
por los egipcios como Esculapio; a él se debe el procedimiento de la
piedra tallada para la construcción de monumentos y también se
dedicó a las letras». Imhotep, «primer ministro» y amigo personal
de Zóser el Magnífico, es uno de los genios más grandes de la
historia. Es el artífice de una revolución artística de un alcance
considerable, puesto que fue el primer arquitecto en construir en
piedra un conjunto monumental tan importante como es el de Saqqara.
Imhotep, según una inscripción encontrada en Uadi Hammamat, era
hijo de Kanefer, que tenía el título de «Jefe de las Obras del
país del sur y del norte»; dicho de otro modo, era el maestro de
obras del reino nombrado directamente por el faraón. Así, tenía de
dónde aprender, y probablemente aprendió el oficio con su padre y
en los talleres reales de Menfis, la capital de Egipto. […] Según
la tradición, Imhotep no poseía solamente las cualidades de un
arquitecto; también era médico, mago, astrólogo, escritor y
filósofo. Se trata de aptitudes que también se atribuyen a muchos
grandes maestros de obras, sobre todo en la Edad Media, de Oriente y
de Occidente. Para dirigir una obra, concebir el proyecto de un
edificio, guiar el trabajo de los canteros y los escultores, decidir
el «programa» simbólico para adornar el monumento, era necesario
que un maestro de obras hubiera practicado esas disciplinas. Además,
Imhotep tenía también importantes cargos administrativos en la
corte de Zóser. […] Conocemos sus títulos a partir de una
emotiva inscripción colocada encima del zócalo de una estatua de
Zóser de la que sólo se conservan los pies; al lado del nombre del
rey aparece el de su principal colaborador, Imhotep, «el canciller
del rey del Bajo Egipto, el primero después del rey, el
administrador del gran palacio, el noble heredero, el gran sacerdote
de Heliópolis, el carpintero, el escultor, el fabricante de vasijas
de piedra». Imhotep nos describe prácticamente su carrera: empezó
tallando vasijas de piedra dura, además se encontraron muchas de
ellas en los sótanos de Saqqara. Después fue escultor, arquitecto,
y ocupó las funciones administrativas y religiosas más altas.
Administrativas al ser portador del sello real, es decir, un alto
dignatario capaz de tomar decisiones comprometedoras para el destino
del Estado egipcio; religiosas al ser sumo sacerdote de Heliópolis,
la ciudad santa por excelencia, la ciudad del dios Sol. Los títulos
de Imhotep pertenecen al substrato más ancestral de la civilización
egipcia. En la época de Zóser, conservan aún toda su
significación y muestran, en realidad, que Imhotep disponía de la
casi totalidad de los poderes civiles y religiosos, y que trabajaba
bajo la responsabilidad directa del faraón. Como Imhotep era también
jefe de la justicia, superintendente de los archivos reales,
«vigilante» de lo que aportan el cielo y la tierra del Nilo,
«vigilante» de todo el país, jefe de los magos, y portador de las
fórmulas que hacen eficaces los ritos, se constata que gozaba de las
prerrogativas del «visir». [...]Sumo sacerdote del Sol. Imhotep, al
igual que su señor Zóser, es un hombre profundamente religioso. Su
obra arquitectónica no tendrá, pues, una finalidad estética.
Imhotep es consciente de que está construyendo algo más que una
tumba destinada a un individuo; la aventura de Saqqara es la
salvaguarda de todo Egipto en el Más Allá, es algo necesario para
que el país siga bajo la protección de los dioses. […] La gloria
de Imhotep no se limitó al reinado de Zóser. Su prestigio fue aún
más considerable que el de Zóser. Varios siglos más tarde, cuando
el arpista del rey Intef recita una poesía melancólica sobre los
grandes hombres del pasado, cita a Imhotep entre los sabios y los
escritores: «Escuché —dice— los preceptos de Imhotep».
Desgraciadamente, los libros de máximas de Imhotep han desaparecido.
Él fue durante mucho tiempo el patrón de los escritores y de los
escribas, quienes, cuando empezaban a dibujar jeroglíficos, vertían
unas gotas de agua en su salserilla para honrar la memoria de su
antepasado Imhotep. A partir de la XXVI dinastía, que admiró tanto
al Imperio Antiguo, se crearon estatuillas de bronce que
representaban a Imhotep. Aparece sentado, en una postura severa, con
un rollo de papiro sobre sus rodillas. Lleva la cabeza rapada y va
vestido con un traje largo. Todo en él es calma y serenidad. Su fama
no cesa de aumentar. Se le adjudicará un cuerpo especial de
sacerdotes, porque Imhotep se convierte en dios.
Christian Jacq
El Egipto de los grandes faraones
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