Del mismo modo que la virgen del
Rocío, la Blanca Paloma, es la señora de las marismas, Santa María
de Roncesvalles es la reina indiscutible del Pirineo Navarro. La
imagen gótica de Santa María de Roncesvalles es una talla de
madera, forrada de plata, fabricada en el siglo XIV en la ciudad de
Toulouse.
Iconográficamente, esta
virgen, prescinde del hieratismo del románico, y muestra su lado más
humano, mirando amorosamente al niño que lleva en los brazos.
El fervor popular que despierta
esta virgen es tan grande, que su cofradía, con más de tres mil
miembros, es la más numerosa de toda la Comunidad Foral. En el año
1127, el obispo de Pamplona, Sancho de la Rosa, decide crear una
cofradía compuesta por clérigos y laicos, que tenía como objetivo
cuidar a los peregrinos que transitaban por los alrededores de
Roncesvalles.
Su fiesta se celebra el 8 de
septiembre, aunque la mayoría de valles y pueblos realizan la
romería durante la primavera. En algunas de estas romerías, los
romeros portan pesadas cruces con las que atraviesan los pueblos y
aldeas, hasta llegar a Roncesvalles. Cuando van a entrar en la
Colegiata, elevan los brazos mientras entonan el “ora pronobis”.
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