lunes, 24 de noviembre de 2014

BATALLA DE VESZPREM



Cuando muere un rey, lo normal es que la sucesión al trono sea tranquila y pacífica. Pero en ocasiones esto no es así, y dos o más candidatos porfían por la corona. En estos casos, los pretendientes se muestran convencidos de poseer la razón, y la mayoría de las veces, esa razón se dirime en el campo de batalla. Precisamente esto sucedió en el 997 en tierras húngaras.

Este mismo años falleció Geza, el Gran Príncipe de los magiares, que había designado sucesor a su hijo Esteban, pero un pariente del príncipe fallecido, de nombre Cupan (Koppany), reclamó a la viuda Sarolta como esposa y alzó armas contra el heredero.

Geza había abrazado la fe cristiana, y según las costumbres llegadas de oriente, el heredero debía ser el primogénito del anterior líder. Sin embargo, las ancestrales leyes magiares predicaban otra cosa; el miembro mayor del clan, independientemente de su parentesco con el monarca fallecido, heredaba el Principado, y en esta costumbre apoyó Cupan, señor de Somogy, su reivindicación. Y como ninguno estaba dispuesto a renunciar a sus pretensiones, serían las armas las que decidiesen. La discusión concluyó en la batalla de Veszprem.

Esteban había contraido matrimonio con Gisela, princesa de Baviera, que había arribado a Hungría acompañada de nobles y caballeros alemanes, de tal manera que el futuro rey logró reunir un poderoso ejército. El conde Vencelino de Wasserburg, los caballeros Hont y Pazman y el noble húngaro Csanad, aplastaron al ejército de Cupan, apoyado por los sectores paganos contrarios a la conversión, en una llanura cercana de Veszprem.


Cupan fue derrotado, ejecutado y descuartizado. Sus cuatro extremidades fueron expuestas, como advertencia, en las principales ciudades húngaras del momento: Veszprem, Gyulafehervar (Alba Iulia), Gyor y Esztergom.  

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