En los últimos años se ha
multiplicado espectacularmente el número de nuestros antepasados.
Cada poco tiempo se da la noticia del descubrimiento de un nuevo
fósil que modifica sustancialmente lo que se sabía sobre los
orígenes humanos. Las cosas eran antes mucho más sencillas, y las
pocas especies fósiles conocidas se recitaban una detrás de otra en
una corta lista. Los esquemas evolutivos nos las representaban
ordenadas en fila, sucediéndose a lo largo del tiempo hasta la
llegada del Homo sapiens. La verdad es que la simplicidad de los
antiguos manuales sólo reflejaba nuestra ignorancia, la casi
completa ausencia de registro fósil. También influían ciertos
prejuicios que llevaban a algunos a interpretar la evolución en
general como un proceso orientado hacia su culminación en el ser
humano. Ahora que tenemos más datos, y tal vez menos prejuicios, nos
damos cuenta de que la evolución humana no es diferente de la de los
otros tipos de animales, y que más que a una línea recta se parece
a un arbusto muy enmarañado. La confusión aparente es un dato real:
no ha habido una única evolución, sino muchas evoluciones. De lo
que se trata en este curso es ni más ni menos que de llevar el
debate sobre la evolución humana al terreno científico y alejarlo
del campo de la especulación sin base. Se presenta el escenario de
la evolución humana que se considera hoy más compatible con los
datos disponibles. Algunos de sus aspectos cambiarán sin duda en el
futuro, refutados por los nuevos hallazgos, pero esperamos que no
varíe mucho la esencia del relato.
Juan Luis Arsuaga Ferreras
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