Conocido
como la Antorcha de
Provenza, el aristócrata
Conde de Mirabeau, que además de escritor (compuso libros y poemas
durante sus estancias en los calabozos) y periodista (fundó un
períodico), fue político, no tuvo reparos en renegar (al menos
públicamente) de los de su clase e incorporarse al Tercer Estado en
la Asamblea Nacional de 1789. Su capacidad para la oratoria lo
convirtieron en uno de los demagogos más populares en la Francia
Revolucionaria, convirtiéndose en una de las voces más destacadas
de la Asamblea Constituyente. Mujeriego empedernido y arrogante hasta
la exasperación, defendió la Monarquía Constitucional, partidario
de un monarca fuerte capaz de contrarrestar el poder de la Asamblea.
Mirabea tendía una mano a los revolucionarios y la otra al monarca
Luis XVI, y esta actitud provocó el ser rechazado y apartado de la
primera línea política. Murió en 1791 cuando su fama y popularidad
aún estaban intactas.
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