En el año
2020 el fútbol ha dejado de ser una cosa de hombres, el último
mundial femenino tuvo gran repercusión mundial, incluyendo el
siempre imprescindible albúm de Panini, pero debemos mirar un par
de décadas atrás, a finales del siglo XX, para conocer a la primera
gran estrella del fútbol femenino, la estadounidende Mia Hamm.
Nacida en
Alabama, Mia es la hija de un piloto de la Fuerza Area, por lo que
vivió en varios lugares del mundo, como Florencia, donde comenzó a
dar sus primeras patadas a un balón. De vuelta a Estados Unidos
empezó a jugar al fútbol a los 12 años en el High School. En la
Universidad de Carolina era conocida como Jordan, por comparación
con la gran estrella del Basket. Tal era la impresión que Mia
causaba entre sus compañeras. Con la Universidad ganó cuatro
campeonatos de la NCAA y con sólo 15 años debutó en la selección
nacional (1987). En 1991 integró el equipo que se alzaría con la
primera Copa del Mundo femenina de la historia.
Dos años
después de la Copa del Mundo masculina celebrada en 1994 en Estados
Unidos, en la que el equipo de Tony Meola, Alexi Lalas, Marcelo
Balboa, Eric Wynalda, Cobi Jones y compañía dejaron buenas
sensaciones, la selección femenina participó en la primera
competición olímpica femenina en Atlanta. Mía y sus compañeras,
llevaron al éxtasis a millones de compatriotas, ganando la medalla
de oro, en un estadio abarrotado de enfervorecidos americanos.
Definitivamente el soccer era el deporte femenino con más seguidores
del país.
Mía se había
convertido en un icono del fútbol femenino, muy popular en su país,
y prácticamente la única jugadora conocida para el gran público
mundial. Fue la primera futbolista en tener su propio videojuego, el
Mia Hamm Soccer 64, ocupó portadas de revistas de gran tirada y
firmó contratos con Nike, Gatorade o Pepsi. La futbolista sufrió la
muerte prematura de un hermano, a causa de una anemia plástica que
sufría desde la infancia, y transformó ese dolor en filantropía,
con la creación de la Fundación Mia Hamm, dedicada a la lucha
contra las enfermedades de la médula ósea. Abanderada del feminismo
en las esferas deportivas, Mia contribuyó, junto a otras compañeras,
en la creación de la primera ligar de fútbol profesional en Estados
Unidos.
Goleadora
atlética, veloz, dinámica y muy técnica, volvió a ganar el
mundial de 1999 y en 2001 y 2002 fue elegida mejor jugadora del
mundo. Disputó 275 partidos con su selección y anotó más de 150
goles. En 2004, poco antes de su retirada, se colgó al cuello otro
oro olímpico. En esos momentos estaba considerada la mejor jugadora
de fútbol de la Historia.
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