Desde
Larrasoaña abandonamos el plácido valle, avanzamos por una subida
de gran pendiente, para descubrir en lo alto de un cerro (558 metros)
la aldea-pueblo medieval de Akerreta, desde la que se domina todo el
valle.
Un pueblo de
los de antes, un alto en el camino de Esteribar, Akerreta es
atravesada por la milenaria Ruta Xacobea, la misma que une Europa con
el Finis Terre.
Esta pequeña
localidad era en el siglo XII uno de los señoríos que los reyes de
Navarra poseían en el valle del Esteribar. Es en esta época cuando
comienza a construirse la iglesia de la Transfiguración (que no
pudismo visitar, pues estaba cerrada), que preside desde entonces el
caserío con su robusta torre levantada con sillería. Su aspecto
actual quedó configurado con la reforma barroca del siglo XVIII.
Alrededor de
la iglesia se dispone un reducido grupo de casas que presentan la
tipología típica de la zona, y que se adapta a las condiciones
climáticas y a la orografía propias de las estribaciones de los
Pirineos: grandes volúmenes de mamposteria encalada, cubiertas a dos
aguas, y contrafuertes para proteger las fachadas.
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