Aquellos campesinos que no poseían tierras (la inmensa mayoría) estaban sometidos al régimen señorial (una rémora de la Europa Feudal), es decir, eran siervos de un señor, que actuaban sobre ellos como un auténico monarca absoluto. El señor les permitía trabajar una parte de sus tierras para su sustento, a cambio, los campesinos tenían la obligación de trabajar gratuitamente las tierras del señor ciertos días de la semana y pagarle una renta.
Además estos campesinos debían pagar muchos otros impuestos, a la Iglesia (diezmo) y a la Monarquía. Esta situación generaba gran descontento entre la población campesina, que avanzaba en paralelo al descontento de la burguesía.
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