Después de la derrota del rey Alfonso VIII en la batalla de Alarcos (19 de julio de 1195) la frontera entre los mundos musulmán y cristiano se traslada a río Tajo y los castellanos pierden el Campo de Calatrava y todas sus fortalezas.
Algunos años después, concretamente en 1210, las fuerzas recobradas, el sumo pontífice Inocencio III condena los pactos firmados con los almohades y promulga una cruzada contra el Islam. Los castellanos rompen la paz, atacan algunas poblaciones andalusíes situadas al Norte de Sierra Morena y en Levante, fomentando la repoblación de la región. Los almohades contragolpean y conquistan la fortaleza de Salvatierra (Calzada de Calatrava).
El 16 de julio de 1212, en las proximidades de Santa Elena (Jaén) el ejército cristiano comandado por Alfonso VIII de Castilla, con la ayuda de Sancho VII de Navarra y Pedro II de Aragón, derrota a los almohades de Muhamad Al Nasir. La frontera se traslada ahora al sur de Sierra Morena y los territorios de La Mancha pasan definitivamente a manos cristianas.
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