domingo, 27 de enero de 2019

CAZADORES, NÓMADAS, GUERREROS.




Las invasiones fulgurantes de los turcomongoles – desde los hunos en el siglo IV hasta Tamerlán (1360 – 1404) – se inspiraban en el modelo mítico de los cazadores primitivos de Eurasia: el predador que persigue la caza en la estepa. La rapidez y lo imprevisible de sus movimientos, el exterminio de poblaciones enteras, la aniquilación de los signos externos de la cultura sedentaria (ciudades y aldeas) hacen que los jinetes hunos, ávaros, turcos y mongoles se parezcan a las manadas de lobos que dan caza a los cérvidos de las estepas o atacan los rebaños de los pastores nómadas. No cabe duda de que los jefes militares conocían perfectamente la importancia estratégica y las consecuencias políticas de aquel comportamiento, pero es cierto también que en todo ello desempeñaba un papel importante el prestigio mítico del cazador por excelencia, el animal predador. Muchas tribus altaicas reinvindicaban como antepasado a un lobo sobrenatural.
Mirce Eliade.
Historia de las creencias y de las ideas religiosas.

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