Gustavo II Adolfo de la dinastía Vasa, hijo de Carlos IX, está considerado (por méritos propios) uno de los soberanos más sobresalientes de la historia de Suecia. Apoyado por el canciller Mel Gustaffson Oxenstierna centralizó el poder, reglamentó las funciones de la Dieta (parlamento), realizó importantes donaciones a la Universidad de Uppsala e introdujo reformas militares que dotaron a Suecia de unos de los ejércitos más modernos de Europa y la convirtieron en una potencia regional. Un inteligente militar, que prescindió de los mercenarios y creó un ejército nacional (en 1621 implantó el servicio militar obligatorio) que combatía por su rey y por la defensa del luteranismo. Además innovó en el uso de la caballería, recuperando las rápidas cargas, y en el desarrollo de una artillería más ligera.
Gustavo II se enfrentó a Dinamarca, a Polonia y a Rusia. Conquistó Finlandia, Carelia y las bocas del Neva, consolidando la hegemonía de Suecia en el mar Báltico. A partir de 1630 decide entrar de lleno en la Guerra de los Treinta Años (fase sueca 1630 – 1635), desembarcó en Alemania, pactó con el cardenal Richelieu (en contra de la casa imperial Habsburgo), venció al ejército imperial comandado por Johan Tserclaes, conde de Tilly, y fue detenido cuando dirigía sus ejércitos a Viena. Como muchos grandes soldados, el León del Norte murió en combate, durante el transcurso de la batalla de Lutzen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario