En un promontorio de
unos cien metros donde confluyen los ríos Danubio y Sava, se eleva
Kalemegdan la fortaleza de Belgrado, histórica frontera entre
Oriente y Occidente, un castillo que cuenta sus años por asedios y
batallas. Durante siglos la población de Belgrado vivía en el
interior de estos muros.
Los escordiscos se
asentaron aquí en el siglo III a.C., después fue romana, atacada
por los hunos, reconstruida por Justiniano I, arrasada por los
ávaros, vuelta a edificar por los emperadores serbios, defendida a
muerte por los húngaros, conquistada por los turcos y finalmente
modernizada por los Habsburgos austriacos.
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