En el otoño del año
1177 las tropas cristianas del reino de Jerusalén, con su rey
Balduino IV el Leproso consiguieron contra todo pronóstico derrotar
al sultán Saladino en la batalla de Montgisard. La santísima Vera
Cruz en manos del obispo de Belén encabezaba el ejército
hierosolimitano, con más de trescientos caballeros, ochenta de ellos
de la orden del temple, entre los que se contaban Eudes de Saint
Amand, Reinaldo de Chatillón y Jocelín III de Courtenay.
Balduino IV fue capaz de
atrapar al ejército de Saladino totalmente desprevenido, pues se
habían diseminado por un territorio demasiado vasto, incapacitándolo
para presentar batalla con un frente compacto. Gracias a esta
victoria el reino de Jerusalén pudo retrasar su caída y alargar la
agonía diez años.
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