El más grande y laureado
califa almohade fue Yusuf Al Mansur. Con él al frente el Imperio
alcanzó sus más altas cotas de poder, con fuerte presencia en las
dos orillas del Mediterráneo. Este dinámico califa demostró sus
cualidades militares tanto en el Magreb como en la Península
Ibérica, siendo capaz de conjurar amenazas que hacían peligrar la
existencia misma de su imperio.
Sucedió a su padre,
completó la construcción de la mezquita de Sevilla y su famoso
minarete, la Giralda, y en 1195 le bajó los humos a un joven e
impetuoso Alfonso VIII de Castilla, al que derrotó con suficiencia
en la batalla de Alarcos. A raíz de esta victoria se hizo acreedor
del sobrenombre de Al Mansur (el Victorioso).
Este victorioso caudillo almohade consiguió conquistar un imperio que se extendía por dos continentes. Utilizó las Béticas, Sierra Morena, el Atlas y el Rif como auténticos baluartes defensivos.
Este victorioso caudillo almohade consiguió conquistar un imperio que se extendía por dos continentes. Utilizó las Béticas, Sierra Morena, el Atlas y el Rif como auténticos baluartes defensivos.
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