Treinta estatuas, de
otros tantos santos varones, jalonan el puente y acompañan, desde
hace siglos, a todo el que lo cruza. Símbolo praguense, la piedra
vibra en su interior más profundo. Los pies de los turistas,
viajeros y músicos callejeros le insuflan vida a la piedra que lo
sustenta.
En la ciudad de Praga,
una de las urbes más bellas, mágicas y admiradas de Europa, sobre
el río Moldava, se extiende, de orilla a orilla el Karluv Most
(Puente de Carlos), auténtica obra de arte de la arquitectura
centroeuropea. El puente fue proyectado por Peter Parler, que además
supervisó su construcción, ingeniero de confianza que estaba al
servicio del rey de Bohemia y emperador del Sacro Imperio Carlos IV,
el artífice del embellecimiento de Praga.
El día de la coronación
el cortejo procesionaba desde la Ciudad Vieja hasta Mala Strana, y
entre los vítores (o abucheos) del respetable, llegaban hasta el
Castillo atravesando el río Moldava por el Karluv Most.
La vida se extiende a
ambas orillas del Moldava, a un lado la Ciudad Vieja – Stare Mesto
– al otro lado la Colina del Castillo – Przky Hrad – y el
pintoresco barrio de Mala Strana. El Puente Carlos unifica toda la
ciudad. Belleza y ambiente jovial son los principales distintivos de
Praga.
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