Gótica, isabelina y
renacentista, una pequeña ciudad Patrimonio de la Humanidad,
orgullosa de su pasado, sus vecinos trabajan para que su legado
cultural ni se pierda, ni se olvide.
Baeza, enclavada en una
loma en pleno centro de la provincia de Jaen, en una loma a 800
metros de altitud, se encuentra circundada por el Guadalquivir, y uno
de sus afluentes, el Guadalimar.
El comienzo de su
historia se sitúa en la Edad del Bronce, un asentamiento vinculado de
alguna manera con la cultura argárica. En época romana se construyó
una ciudad amurallada. Los árabes se asentaron aquí y Baeza se
enriqueció gracias a las fértiles tierras adyacentes y a la propia
situación estratégica. Llegó incluso a convertirse en capital de
una taifa que ejerció su dominio sobra parte de la provincia de
Jaén.
Ya en manos cristianas
Baeza alcanzó su mayor esplendor entre los siglos XV y XVII, gracias
al desarrollo de su economía y al impulso comercial. Baeza junto a
su vecina Úbeda, está considerada cuna del Renacimiento Español.
En este proceso de engrandecimiento cultural, tuvo un papel de
importancia decisiva, la Universidad Baezana, la misma donde siglos
después impartiese clase el poeta Antonio Machado.
Un centro urbano
compacto, cuyos edificios señeros (y señoriales) tienden a adquirir formas cúbicas.
En la Plaza de España
se eleva 25 metros, la Torre de los Aliatares, que fue una de las más
destacadas del recinto amurallado musulmán, siendo además una de
las pocas que se conservó en pie, tras la demolición de la muralla
ordenada por la reina de Castilla, Isabel I. Se cree que su nombre
procede de la tribu musulmana que se instaló aquí tras la conquista
de la ciudad.
En ambas orillas del
Paseo de la Constitución se disponen las tradicionales casas
porticadas.
Ruinas de San Francisco,
un complejo conventual y funerario, obra de Vandelvira del siglo XVI,
que no llegó a terminarse.
El palacio de los
Salcedo, también del siglo XVI, es otro de los ejemplos de
arquitectura civil de la ciudad.
La Plaza de los leones es el enclave más sugerente de Baeza, la fuente entronca, a través de los felinos que la custodian, el pasado ibérico con el esplendor del Renacimiento. El agua, venerada por los hombres que llegaron del desierto, recuerda el pasado musulmán de la población. Los leones proceden, según cuentan, de Cástulo, y la construcción de la fuente simboliza el traslado de la sede diocesiana, desde la antigua capital oretana a la flamante Baeza.
El Arco de Villalar,
construído para conmemorar la victoria de Carlos V contra los
comuneros de Castilla en 1521 en la batalla del mismo nombre.
En esta plaza del Popolo
encontramos dos de los edificios más destacados de Baeza, la Antigua
Carnicería y la Audencia Civil y Escribanía Pública.
La Universidad,
monumento, material e inmaterial, al conocimiento humano.
Fernando III de Castilla
y León negoció con el gobernador local la rendición de la plaza,
de tal forma que Baeza pasó a manos cristianas sin derramamiento de
sangre. En el primer tercio del siglo XIII, Baeza, primera ciudad
conquistada por el Reino de Castilla en Andalucía, se convirtió en
capital civil y religiosa del Alto Guadalquivir.
Arco del Barbudo, en
honor al maestre de Calatrava, que defendió con éxito la ciudad de
un ataque nazarí.
Ruinas de la Iglesia de
San Juan, recuerdo de una Baeza románica. Las piedras nunca olvidan.
Este templo se construyó
en el siglo XIII y se utilizó hasta bien entrada el XIX, cuando se
tuvo que cerrar al culto debido a su ruinoso estado.
La plaza de Santa María
concentra parte de los edificios más emblemáticos de la ciudad,
entre ellos, la Catedral, las Casas consistoriales altes, la fuente
de Santa María y el seminario de San Felipe.
La fuente situada frente
a la catedral celebra la llegada de agua corriente a la ciudad.
El palacio de
Jabalquinto, bello ejemplo del gótico flamígero, construido en el
silo XV por Juan Alfonso de Benevides, primo segundo del rey
Fernando.
La iglesia de la Santa
Cruz es una de las pocas iglesias románicas andaluzas.
Esta estatua recuerda a
la Compañía de los Doscientos Ballesteros del Señor Santiago que
defendieron la ciudad de Baeza.
Torreón que defendía
la Puerta de Úbeda, una de las entradas al antiguo recinto medieval.
Antonio Machado, que
impartió clases en el Instituto de Bachillerato instalado en la
antigua Universidad Baezana, dejó su eterna impronta en la ciudad.
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