Zafra, entre Andalucia y
los límites de la Meseta, lleva siglos ejerciendo funciones de
auténtica capital de la Baja Extremadura. Desde aquí, los Señores
de Feria (condes y duques) controlaron un próspero dominio y
convirtieron Zafra en un destacado punto de referencia comercial, con
la celebración de ferias y mercados. A escasos kilómetros de las
comarcas serranas, Zafra reina sobre la verde llanura pacense.
El Palacio de los Duques
de Feria (antes alcázar), la Colegiata y las dos plazas porticadas
son los hitos arquitectónicos de esta ciudad.
Zafra actual es la
superposición termporal de tres ciudades. Una romana (Restituta
Iulia Imperial) colocada estratégicamente en la vía que unía dos
capitales (provincial/conventual), Emerita Augusta e Híspalis. Una
árabe, Safra (o Cafra) de la que procede el nombre actual, y que fue
tomada por el leonés Alfonso IX e incorporada definitivamente en
1241 por San Fernando. Una villa bajomedieval, fronteriza, ganadera y
dedicada al comercio, famosa en toda la región por sus ferias.
Reyes y reinas
Trastámara, mediante nobles y caballeros afines, concedieron a Zafra
un papel protagonista en la historia del espacio geográfico donde se
ubica. A finales del siglo XIV (1394) Zafra se convierte en el núcleo
principal del Señorío de Feria (condado con Enrique IV y ducado por
deseo expreso de Felipe II), que pertenecía a la Casa de los Suárez
Figueroa, tras cesión de Juan II a Gómez I Suárez de Figueroa.
Precisamente los miembros de esta familia acometieron el
engrandecimiento y embellecimiento de Zafra, la hicieron prosperar,
patrocinaron sus célebres ferias de ganado y la amurallaron.
En la Guerra de Sucesión
Castellana, un conflicto que golpeó a todos los territorios de la
corona castellana, y en el que cada cual tuvo que tomar partido por
uno de los bandos enfrentados, los señores de Zafra apoyaron sin
titubeos a Isabel la Católica, a la postre vencedora y reina.
Agradecida, la reina Isabel concedió gracias mil y ratificó los
derechos de comercio y de celebración de la Feria de Ganado. Un
ilustre personaje nacido aquí, Hernando de Zafra, fue consejero de
Isabel y secretario de los Reyes Católicos durante la Guerra de
Granada.
El desarrollo
urbanístico (y arquitectónico) de Zafra debe mucho (como hemos
señalado) a los Señores de Feria. En 1437 Lorenzo II Suárez de
Figueroa inició la construcción del alcázar, convertido con el
tiempo, en el edificio civil más emblemático de la población. Poco
a poco y en sus inmediaciones se irían trazando calles y
callejuelas, plazas y caseríos. También acometió el amurallamiento
de la ciudad, decisivo (e imprescindible) debido a la situación de
Zafra en una llanura y la inexistencia de defensas naturales.
Muy cerca del
palacio-alcázar se encuentra el convento de Santa Clara,
antiguamente monasterio de Santa María del Valle de la Orden de
Santa Clara, fundado en 1428 por Gómez I y su esposa Elvira Laso de
Mendoza (padres del citado Lorenzo II) con la intención de
utilizarlo como panteón familiar.
Lorenzo II, auténtico
mecenas de Zafra, ordenó en 1442 la construcción del Hospital de
Santiago, que luce una fachada de estilo gótico florido para atender
a los más necesitados.
La iglesia parroquial de
la Candelaria, de mediados del siglo XVI, y convertida en Colegiata a
principios del siglo XVII pasa por ser el edificio religioso más
importante de Zafra.
Las murallas de la
ciudad contaban con ochos puertas, algunas de ellas con una suave
tendencia a la monumentalidad (no es el caso de la fotografiada).
La sede del ayuntamiento
es un edificio clásico situado en la plaza del Pilar Redondo, que
fue desde el siglo XVI y hasta el año 1824 Convento de la Cruz.
Lo más sobresaliente
del edificio es el claustro conventual de dos niveles.
La Plaza Chica es,
probablemente, el rincón más bonito y sugerente de todo el casco
antiguo de Zafra. Un espacio porticado, rodeado de centenarias casas
de dos y tres plantas, funcionó durante siglos como un pequeño
centro comercial, donde abrían sus puertas comercios, fondas y
posadas.
Desde el siglo XIV la
Plaza Chica funcionó como centro de la villa medieval, sede del
concejo municipal y plaza del mercado.
Terminó la Edad Media y
Zafra continuó su inevitable crecimiento, y es en esos momentos,
siglo XVI, cuando se construye la plaza mayor, sobre los restos del
atrio y cementerio de la antigua iglesia de la Candelaria. Cuando se
derribe la iglesia la Plaza Grande surge como nuevo espacio social y
económico de la ciudad. Con el paso de los años, el centro
neurálgico de Zafra basculó de la Plaza Chica a la Plaza Grande,
que pasó a ser punto de encuentro y reunión de vecinos y
mercaderes. Durante un tiempo incluso albergaba los festejos
taurinos.
A partir de la Edad
Media podemos considerar a Zafra el centro urbano más destacado e
influyente de la Baja Extremadura, una época en que comenzó a
despuntar por su actividad artesanal y el prestigio de sus mercados
(dos actividades esencialmente burguesas). De esta forma, y al menos
desde finales del siglo XV, se celebra la afamada feria de ganado
coincidiendo con la festividad de San Miguel. Como recuerdo de
aquellas ferias medievales se celebra la Feria Regional del Campo
Extremeño y Feria Internacional Ganadera.
Tras pasear por la
historia de Zafra, admirando su arquitectura y legado histórico, no
podemos dejar pasar la oportunidad de disfrutar de su gastronomía;
vinos, quesos y jamones. Una sugerencia, La Tarama, su dueño Manuel Bellido, enamorado y conocedor de las riquezas gastronómicas de su
tierra, es un auténtico crack en todos los sentidos....
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