Teobaldo Visconti nació
en Piacenza, fue canónigo en Lyon, arcediano en Lieja, se desplazó
a Tierra Santa durante la Octava Cruzada y en 1272 se convirtió en
Sumo Pontífice con el nombre de Gregorio X. Teobaldo se enteró de
su elección como papa estando en Acre.
Roma llevaba tres años
de Sede Vacante, puesto que los cardenales reunidos en Viterbo, más
preocupados por sus rencillas personales que de servir a Dios y a los
hombres, no se ponían de acuerdo. Hastiados de esta situación,
vecinos, burgueses y patricios de la ciudad encerraron a los
cardenales, les racionaron el alimeto e incluso destrozaron los
techos del palacio espiscopal, para que las inclemencias
meteorológicas les apremiasen a tomar una decisión.
Cuando Teobaldo llegó a
Roma, como ni siquiera era sacerdote, tuvo que ser ordenado. Su
pontificado fue breve (cuatro años) pero intenso. Tuvo tiempo de
convocar un Concilio en Lyon (para trata de reconciliar las iglesias
Griega y Latina y sentar sólidas bases para superar el Cisma de
Occidente), intentó movilizar recursos (económicos y humanos) para
otra cruzada, dispuso que a la muerte del papa los cardenales fueran
encerrados bajo llaves en un cónclave – cum clavis – hasta haber
resuelto el nombre del nuevo Pontífice y apoyó la elección de
Rodolfo I como emperador, acabando con la división entre los
partidarios de Ricardo de Cornualles y los de Alfonso X el Sabio.
Teobaldo fue beatificado en el siglo XVIII.
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