La Lonja de los
Mercaderes está considerada el más emblemático y significativo del
gótico civil valenciano. El símbolo de la riqueza comercial de la
ciudad, obra del maestro Pere Compte y de Joan Ibarra, comenzó a
construirse en 1483, por iniciativa del Consell General de la Ciutat.
En estos años la burguesía mercantil estaba poniendo las bases de
una nueva Europa, que se había sacudido el excesivo control de la
nobleza, estrechando lazos para ello con la corona.
El edificio está
compuesto por tres cuerpos claramente diferenciados; la Sala de
Contratación, el Torreón y el Pabellón del Consulado del Mar. En
la planta principal se encuentra la gran Sala de Contratación, junto
a la capilla y el tribunal del comercio.
Columnas trenzadas alzan
las bóvedas que cubren el gran salón, donde mercaderes y
comerciantes traían el género y cerraban sus negocios. Sobriedad
gótica sin demasiados artificios, el Mediterráneo era aragonés, y
estos edificios simbolizan esa talasocracia.
De estilo renacentista
es el Pabellón del Consulado del Mar en la primera planta, que se
comunica por medio de una escalera de caracol con el Torreón. Un
torreón de tres pisos y planta cuadrangular que ilumina toda la
estructura.
La lonja en sí pretende
ser una especie de plaza, pero completamente cubierta. En el sótano,
cámara acorazada de la época se custodiaba el tesoro y los dineros.
El gótico es el triunfo
definitivo de la burguesía sobre una anquilosada nobleza que se
negaba a progresar. Valencia imita a Flandes, aunque con una centuria
de retraso.
Y junto a la lonja abre
sus puertas, el enorme mercado de abastos.
Después de visitar
Lonja y Mercado de Abastos, puedes comprar el género que más te
satisfaga y acercarte al “Trocito de Enmedio” dónde por un
módico precio de lo cocinan y te lo sirven. La mejor manera de
conocer Valencia.
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