Fortún
Garcés "el tuerto" o "el monje", Rey de Pamplona
entre 870 y 905, hijo y sucesor de García Íñiguez. El
enfrentamiento de su padre con los emires de Al Andalus, provocaron
que pasara gran parte de su vida como rehén en Córdoba, tras haber
sido capturado durante una razzia andalusí en Navarra.
Tras
más de dos décadas de cautiverio regresó a Pamplona para sentarse
en el trono que su padre había dejado vacío. De carácter más
espiritual que militar, se inclinó más por las prácticas piadosas
que por las empresas bélicas, lo que provocó el rechazo de sus
súbditos. García Jiménez, que había gobernado tras la muerte del
rey, debía hacerse cargo de los asuntos del reino cuando Fortún
Garcés buscaba recogimiento personal en el Monasterio de Leyre.
Sin
que se tengan claro los motivos y las circunstancias, en el año 905
Fortún Garcés se retiró, o lo obligaron a confinarse, en el
Monasterio de Leyre, donde permaneció hasta su muerte acaecida en
922. Tras la espantá de Fortún Garcés, el hijo de García Jiménez,
Sancho Garcés I fue elegido rey de Pamplona llegando al trono la
dinastía Jimena.Con él finalizó la dinastía Íñiga.
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