viernes, 16 de enero de 2015

SANCHO GARCÉS II ABARCA



Existen determinados individuos que incluso antes de nacer tienen bien marcado su destino, y hagan lo que hagan, no pueden escapar de él. Para algunos puede significar una oportunidad para brillar y alcanzar un elevado grado de realización personal. Pero para otras personas, se convierte en una auténtica tortura. No tengo muy claro si Sancho Garcés II, de sobrenombre Abarca, era de los primeros o de los segundos. De lo que no me queda duda alguna, es que a este rey de Pamplona comenzaron a marcarle el camino que debía seguir desde edad muy temprana.

Sancho Garcés era el hijo de García Sánchez I , rey de Pamplona, y de Andregoto, heredera única del condado de Aragón. Antes de alcanzar la mayoría de edad se le encomendó la tenencia de del citado condado, aunque bajo la paternal supervisión del rey. A la muerte de éste, en el 970, se convirtió en Rey de Pamplona, manteniendo la autoridad sobre Aragón.

El reinado de Sancho Garcés II coincidió en el tiempo con la dictadura militar del azote de los cristianos Almanzor, victorioso una y otra vez en el campo de batalla. Comprendiendo Sacho que con las armas no podía detener al musulmán, él mismo encabezó la embajada del reino y se personó en Córdoba cargado de regalos, para rendir vasallaje al invencible caudillo. Anteriormente, y con la misma intención de evitar los continuos ataques que Almanzor lanzaba sobre tierras cristianas, entregó a su propia hija Urraca al caudillo moro. Urraca adoptó el nombre árabe de Abda, y fue la madre del famoso Abderramán Sanchuelo.


Sancho fue el tercer esposo de una de sus primas hermanas, Urraca Fernández, la hija del conde Fernán González. De este matrimonio nacería García Sánchez II, el siguiente rey de Pamplona. En el 994 falleció Sancho Garcés Abarca, y sus restos descansan junto a otros reyes navarros en el panteón del Monasterio de Santa María la Real de Nájera. Según la información que ofrece dicho monasterio, su esposa, Urraca Fernández yace allí también. Sin embargo, en otro galimatías de la historia (intencionado o no), la reina Urraca tiene su sepultura en el monasterio de Covarrubias al lado de su padre.

El sobrenombre Abarca procede de la costumbre de calzar a sus tropas con abarcas de cuero para caminar sobre la nieve del Pirineo. Según las mismas tradiciones, gracias a este calzado consiguieron los pamploneses sorpresivas victorias que de otra manera hubiesen resultado imposibles.  

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