A la
temprana edad de seis años heredó la corona del Reino de Pamplona
tras la muerte de su padre Sancho Garcés I . Su tío Jimeno Garcés,
y especialmente su madre, la Reina Toda, se ocuparon de la regencia y
de que el joven García se hiciese un hombre sentado en el trono.
Tres
hermanas del rey estuvieron casadas con reyes leoneses; Urraca con
Ramiro II, Sancha con Ordoño II (antiguo aliado de su padre) y Oneca
con Alfonso IV, de tal manera que se consolidaron los lazos
fraternales entre ambos reinos. En todas estas uniones tuvo un
destacado papel como casamentera la reina Toda. Esta influencia
Navarra en León obligó al monarca de Pamplona a intervenir en los
continuos conflictos y guerras civiles que sufría un inestable Reino
de León.
Por
otro lado, García Sánchez se casó con Andregoto, hija del conde de
Aragón Galindo Aznar II, un matrimonio que posibilitó la futura
unió de los dos reinos. Más tarde la unión fue declarada nula por
motivos de parentela, puesto que los contrayentes eran primos. No
obstante la disolución matrimonial no pudo anular la unión
dinástica y el hijo de ambos, Sancho Garcés II Abarca, recibió la
doble herencia: Pamplona y Aragón. Más tarde, García Sánchez
contrajo matrimonio con Teresa Ramírez, la hija de Ramiro II de
León.
Posiblemente
la acción más destacada de este rey fue su intervención, junto a
Ramiro II de León y el conde Fernán González, en la famosa Batalla de Simancas , donde una coalición cristiana obtuvo una celebrada
victoria, cuyos ecos resonaron más allá de los Pirineos, sobre las
poderosas tropas del califa Abderramán III, primo del rey navarro.
Motivado
por los lazos familiares y la habitual colaboración entre reinos, en
el 961 intervino en las disputas entre el Reino de León y el Condado
de Castilla, apresando incluso a Fernán González. A pesar de todo,
hizo oídos sordos a la petición de Alhakén II de que le entregase
al levantisco conde castellano, y poco después lo dejó libre.
Fernán
González, además de poderoso aliado en el campo de batalla, fue
primero cuñado de García Sánchez, al contraer matrimonio con su
hermana Sancha, y más tarde yerno, pues cuando hicieron las paces,
se casó con Urraca Garcés, hija del navarro. A esta nueva alianza,
respondió el califa enviando a su ejército a tierras navarras, y
tras varias derrotas, el rey García mandó un embajada a Córdoba
solicitando el cese de las hostilidades y la firma de la paz.
En
el 970, el mismo año que Fernán González, fallecía García
Sánchez I. Simultáneamente los dos estados cristianos quedaban
huérfanos de sus líderes, y aunque Navarra iba cimentando su
hegemonía sobre los territorios cristianos, el Califato había
reforzado su supremacía absoluta.
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