En
el año 1085 un triunfante Alfonso VI entraba extasiado en Toledo , la
antigua capital del recordado reino visigodo, había sido arrebatada
a los infieles y volvía a ser cristiana. Además, el triunfo del
leonés, trajo consigo la restauración de la antigua diócesis de
Toledo. Esta conquista le valió la admiración de los musulmanes que
llegaron a denominarlo como "Emperador de las dos Religiones".
En
una etapa de cierta decadencia del poder político y militar el mundo
islámico andalusí, los ejércitos cristianos aprovecharon para
conquistar buena parte del Valle del Tajo y recuperar para la causa
cristiana una ciudad de grandes connotaciones simbólicas. Desde este
momento Toledo se convirtió en la principal plaza cristiana en la
submeseta sur, y un baluarte para defender los territorios
conquistados y preparar el asalto a las regiones meridionales.
La
antigua ciudad fundada por los carpetanos, sede regia de las
monarquía visigoda y del trascendental Concilio de Toledo, terminó
por convertirse bajo dominio cristiano en una de las ciudades más
destacadas de todo el Occidente cristiano, convirtiéndose en una
auténtica ciudad soñada, una meta para soñadores y mentes
inquietas, un estigma que ha sabido conservar a la perfección hasta
el presente.
Después
de unas hábiles negociaciones diplomáticas y una serie de campañas
militares, Alfonso VI conquistó Toledo, protagonizando un momento
crucial en la expansión de los reinos cristianos. Tras la muerte de
Al Mamun, el poderoso rey de Toledo, su nieto y sucesor, Al Qadir se
vio obligado a huir a causa de una revuelta que otorgó el poder al
rey de Badajoz Al Mutawakkil.
Al
Qadir encontró refugio y acogida junto al rey Alfonso, que consigue
reponerle en el trono toledano en 1018. Al año siguiente, Al Qadir
vuelve a solicitar ayuda al rey leonés, que lanza varias campañasa
militares y de saqueo en los alrededores, hasta que finalmente decide
comenzar el asedio de Toledo en otoño de 1084. La primavera
siguiente la ciudad capitulaba y abría sus puertas al rey cristiano.
La
rendición de Toledo supuso la anexión de todo el reino, y dentro de
este espacio se encontraban los centros demográficos, económicos y
militares más importantes de la antigua Taifa; Talavera, Madrid,
Guadalajara, Oreja, Consuegra y Maqueda, además de un sinnúmero de
aldeas. A partir de entonces sería el Tajo el baluarte defensivo
frente a la inmimente ofensiva de los almorávides que ya se
vislumbraba en el horizonte.
La
repoblación de Toledo planteaba una nueva forma de organizar y
asimilar a la población establecida. Ya no se trataba de organizar a
ingentes masas de campesinos escasamente articulados entre sí, ahora
se plantea la necesidad de integrar a los diferentes grupos que
formaban la compleja sociedad urbana; mozárabes, judíos, musulmanes
y las gentes llegadas del norte con ánimos de medrar.
La
conquista de Toledo supuso para el Reino de León la culminación de
un ideal político basado en la restauración de la extinta monarquía
visigoda, según una reelaboración teórica que entroncaba
directamente el reino astur-leonés con los últimos reyes visigodos
y otorgaba un sentido pleno al concepto de Reconquista.
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