En el
siglo XI el Señorío de Breda era una entidad feudal bajo
jurisdicción directa del Sacro Imperio, creado por el mismo
emperador y cuya centro (y capital) era la pequeña ciudad de Breda.
En
el año 1252 la ciudad obtuvo "Carta Municipal" obteniendo
además el derecho para construir fortificaciones, procediento
inmediatamente a proveerse de una muralla a base de ladrillo.
Como
muchos señoríos menores, el de Breda cambió varias veces de Señor
convirtiéndose en una jugosa moneda de cambio con que la pagar
lealtades y apoyos. En el año 1327 Adelaida de Gaver vendió Breda a
Juan III, el duque de Brabante, y poco después, en 1350 fue
revendido a Juan II de Polanden que reforzó el castillo con cuatro torres en las esquinas.
En
el año 1403 la heredera de la Casa Polanden, Johana contrajo
matrimonio con Engelbert I de Nassau. Con este enlace, Breda pasó a
formar parte del patrimonio de la Casa de Nassau. A mediados del
siglo XVI Guillermo I de Orange pasó a gobernar la ciudad, momento a
partir del cual la ciudad quedó unida a la Casa Orange-Nassau hasta
1795, cuando fue ocupada por los revolucionarios franceses, que
además abolieron el condado.
En
el siglo XV la ciudad se convirtió en residencia de los señores de
la familia Nassau, que construyeron residencias palaciegas en los
barrios antiguos de la ciudad. Durante estos momentos Breda gozó de
gran importancia comercial y estratégica, porque a pesar de no
poseer puerto marítimo, si que disponía de uno fluvial. De esta
centuria data su edificio más emblemático, la Catedral de Nuestra
Señora construida en estilo gótico de Brabante.
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