Una de las
manifestaciones escultóricas del arte griego arcaico fueron los
kuros, hermosos y jóvenes muchachos que ofrecen al espectador lo
mejor de sus atléticos cuerpos. Esta escultura, de aproximadamente
año 550 a.C. fue hallada en la isla de Chipre, en el santuario de
Apolo en Pyla.
Una elegante barba, una prominente melena con bucles
que le caen a media espalda y una vestimenta orientalizante son los
rasgos que primero llaman la atención de esta obra. En cuanto a las
facciones del rosto destacan unos grandes ojos almendrados, una nariz
fuerte y unos labios que muestran una sonrisa contenida. Por otro lado este muchacho es mucho más fornido que los esbeltos kuros continentales, y su desnudez no es tan manifiesta como en los prototipos griegos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario