jueves, 12 de febrero de 2015

BATALLA DE NIS

El día que Skanderbeg se quitó el turbante. 


Cada día cuenta. Cada acontecimiento que nos ocurre (seamos o no el protagonista) marca nuestra existencia. A veces pasan desapercibidos y no somos capaces de comprender su alcance. Con la historia sucede lo mismo, hechos que parecen insignificantes, olvidados por la mayoría, tuvieron gran trascendencia para mucha gente, pero raramente alguien los recuerda. Esto es lo que sucede con la batalla de Nis. 

La batalla de Nis es una más de la larga lista de victorias del paladín transilvano Janos Hunyadi , en este caso concreto, circunscrita a la denominada Campaña Larga. En realidad se incluyen cinco choques armados entre el ejército cristianos y tres cuerpos diferentes del ejército turco. En el primer envite fue tomada la exigua guarnición de Nis. Nis, transliterada a veces en la forma de Nish, es una ciudad serbia ubicada sobre el río Nisava, famosa por ser el lugar de nacimiento del emperador Constantino el Grande. Una de las ciudades más antiguas de los Balcanes, una puerta entre Oriente y Occidente, situada en un cruce de autopistas que unen Europa con Asia Menor.

A continuación se producen tres choques sucesivos contra otros tantos ejércitos otomanos, que avanzaban desde diferentes posiciones. Y finalmente una batalla frente a los restos de los tres ejércitos derrotados que se habían recompuesto a duras penas. 

En esta campaña larga, el comandante húngaro estuvo asistido por el representante papal Giuliano Cesarini, el rey de Hungría y de Polonia, Vladislao III Jagellón, por Nicolás Ujlaki , y por el serbio Durad Brankovic. Por parte de los turcos sus principales oficiales fueron Kasim Pasha, Turakhan de Beg, Isak Beg y Skanderbeg. 

El 3 ó 4 de noviembre de 1443 el ejército cristiano (20000 húngaros, 5000 polacos y 8000 serbios) desbarataron al ejército otomano (12000 jinetes pesados y un número desconocido de soldados fronterizos) obligándoles a retirarse (momentaneamente) de los Balcanes.

Las consecuencias de la victoria cristiana fueron inmediatas: Murad II cede el trono a su joven hijo Mehmet II, se detiene el avance turco, además se liberan algunos territorios que ya habían sido controlados, Durad Brankovic consigue restaurar temporalmente el despotado de Serbia y la euforia cristiana propició la convocatoria de una nueva cruzada el año siguiente (acabó con el Desastre de Varna). Para los albaneses significó el comienzo de la resistencia y el nacimiento de un símbolo eterno: Skanderbeg .

En la confusión de la derrota, algunos caballeros extranjeros que formaban parte de la hueste otomana, aprovecharon la coyuntura para desertar del ejército turco y volver a su tierra natal, y recuperar las viejas posesiones de su familia; uno de ellos fue Jorge Castriota, Skanderbeg.

Jorge Castriota era el hijo de un noble albanés, Gjon Kastriota, que había pasado buena parte de su vida como rehén de los trucos, una costumbre habitual en la época. Los sultanes se aseguraban la lealtad de sus vasallos manteniendo a sus vástagos como rehenes. Al parecer, según fuentes y opiniones, Castriota fue educado en la fe musulmana y pronto se convirtió en un magnífico militar, que combatía para la Media Luna. Pero todo cambió la noche del 3 al 4 de noviembre. 

En medio del caso reinante, con los soldados de Hunyadi masacrando a los pobres turcos, Skanderbeg arrojó el turbante otomano, y acompañado de 300 jinetes albaneses, entre los que se encontraba su sobrino Hamza, abandonó a sus compañeros de armas y fatiga, renegó de la Media Luna y regresó a su tierra natal. Una vez en Albania organizó la resistencia antiturca y mantuvo en jaque a los sultanes de la Sublime Puerta durante dos décadas, prácticamente hasta el día de su muerte. Sin duda alguna, este momento fue clave para la historia posterior de Albania. 

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