El pueblo mandinga, a
mediados del siglo XIII, logra imponerse a sus vecinos y crear el
Imperio de Malí, que en su lengua nativa significa "hipopótamo",
un estado medieval africano, cuyo núcleo territorial fue la región
de Bamako.
En 1235, Sundiata Keita,
mandatario de un pequeño reino llamado Kangaba (en el África
Occidental), y que había conseguido agrupar a diversos clanes
mandingas, consiguió la victoria en la Batalla de Kirina, enterró
bajo las arenas del olvido, el otrora próspero Reino de Ghana, y
estableció un nuevo centro de poder: Malí. Durante sus años de
gobierno, el nuevo estado creció en poder y riqueza, y el rey adoptó
el título de Mansa.
El esplendor del Imperio
coincidió con el reinado de Mansa Musa, que convirtió el reino al
Islam. En esta época su poder abarcaba gran parte de las actuales
Gambia, Senegal, Guinea y Malí.
Los mercaderes
comerciaban con oro y esclavos, que intercambiaban por tejidos,
cobre, dátiles, higos, artículos de metal y Sal. Todos estos
productos atravesaban la inmensidad del Sahara en caravanas de
camellos, un animal imprescindible para estas sociedades.
En el año 1324, Mansa
Musa, emprendió el largo viaje de peregrinación a La Meca,
acompañado de un inmensa caravana, formada por más de 50.000
porteadores. Se cuenta que tanto oro gastó durante su estancia en El
Cairo, que la moneda egipcia tardó varios años en recuperarse.
"Mansa Musa, hijo y
sucesor de Alí Bakr, se distinguió por su poder y por la santidad
de su vida. Administró de una forma tan justa que su recuerdo
permanece vivo. Hizo una peregrinación en el año 724 de la Héjira:
doce mil jóvenes esclavos, vistiendo túnicas de brocado y seda del
Yemen, trasnportaban los equipajes. Se llevó de su país ochenta
cargamentos de oro en polvo, cada uno de los cuales pesaba tres
quintales; este polvo se transportaba habitualmente cargado en las
espaldas de los esclavos o de hombres libres; pero en viajes largos,
como esta ida a La Meca, se sirvió de camellos.
Mansa Musa encontró en
La Meca al poeta español Abu-Ishac-Ibrahim-Es-Saheli, más conocido
por el nombre de Tueidjen, y lo llevó consigo al país de los
negros. Al regresar a su capital, mandó constuir una sala de
audiencias sólidamente edificada y revestida de estuco;
efectivamente, edificios de este género eran desconocidos en su
país. Abu-Ishac-Ibrahim, hombre muy hábil en varios oficios, se
encargó de realizar la voluntad del rey y construyó una sala
cuadrada con un cúpula encima.
El sultán Mansa Musa
mantenía relaciones amistosas con el sultán merinida Abu-Al-Hcen, y
los dos monarcas se mandaban presentes uno al otro por intermedio de
altos personajes de las respectivas cortes. El sultán magrebí mandó
enviar con una escolta los más bellos productos de su reino y
encargó al emir llevar este presente verdaderamente real al sultán
de los negros. Lo acompañaba una delegación formada por los
personajes más importantes del imperio. La magnificencia de aquel
regalo se tornó en un asunto de todas las conversaciones.
La ofrenda fue recibida
por Mansa Soleimán, sucesor de Mansa Musa: el príncipe negro quiso
corresponder con algo equivalente y mandó reunir los más raros y
curiosos productos de su país. La muerte reunir los más raros y
curiosos productos de su país. La muerte de Mansa Soleimán,
ocurrida en la misma época, impidió a la caravana continuar su
camino. En este tiempo, estalló una guerra civil en el reino de
Malí: varios príncipes intentaron apoderarse del trono y se mataron
los unos a los otros. El desorden se terminó con la conquista del
poder por Mansa Diata. Este príncipe, al examinar los negocios del
reino, descubrió que los presentes enviados al sultán del Magreb
todavía se encontraban en Ualata y ordenó inmediatamente que se
hiciesen llegar a su destino.
Esta oferta llegó a Fez
en el mes de Safer en 762. El día de su llegada a la ciudad
constituyó una auténtica fiesta. La noticia de la llegada de esta
embajada se extendió rápidamente. Los emisarios fueron hospedados
por el sultán y, como este príncipe murió antes de que ellos
partieran, fue el regente del imperio quien les entregó los
presentes usuales y se despidió de ellos".
Ibn Jaldún
Historia de los Bereberes.
Tomo IV.
A su regreso, Mansa Musa
conquistó la ciudad de Tombuctú, y la convirtió en la capital de
su imperio. Además estableció una escuela de estudios islámicos
que se convirtió en centro de referencia para el mundo musulmán
africano.
Tombuctú, a orillas del
Níger, la ciudad de las maravillas del África Negra, joya de la
corona del Imperio de Malí, ¿quién no ha soñado visionar desde el
lomo de un camello la capital del desierto?
En el Tombuctú de la
época mandinga destacan las mezquistas de Djinguereber, obra del
arquitecto andalusí Ishak es-Shaeli.
La riqueza de Malí era
legendaria, y a lo largo del río Níger se situaban los principales
centros económicos del Imperio; Djenné, Diaka, Tombuctú y Gao.
El mansa, o emperador,
era el jefe del gobierno, y se rodeaba de familiares, altos
funcionarios, dignatarios y un pequeño grupo de secretarios. El
Imperio era una especie de confederación, pues cada provincia gozaba
de amplia autonomía, y los reinos vasallos, quedaban unidos al poder
central por una simple alianza simbólica. En su momento de mayor
extensión, el Imperio de Mali llegó a contar con doce provincias,
con un gobernador al frente.
Con el tiempo, la
provincia de Songhay creó un nuevo imperio que terminaría
absorviendo al Imperio de Malí.
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