Noventa y un metros de
altura coronado por un Dragón dorado (ufano guardián de la ciudad) para simbolizar la autonomía,
el poder y la riqueza de la clase comercial de la ciudad. El Belfort,
campanario, reloj y torre de vigía (y alarma), construido en el
siglo XIV es uno de los símbolos de la ciudad de Gante, un recuerdo
de su esplendoroso pasado y un edificio más que sumar al sugerente
patrimonio arquitectónico que hacen de Gante una de las ciudades más
hermosas de la Vieja Europa.
Estos campanarios, típicos de la región
flamenca, suponen una simbiosis entre arquitectura civil y
arquitectura religiosa, los dos poderes fácticos presentes en la
Europa Medieval. Normalmente eran elevados para reafirmar la
capacidad autónoma de los gremios y de los concejos municipales y
asambleas de notables, frente a un moribundo sistema feudal
representado por la gran nobleza terrateniente. El Belfort de Gante,
uno de los más elegantes de Bélgica, asociado a la gótica lonja de
paños, compite en los cielos ganteses, con las torres de la Catedral
de San Bavon y la de la Iglesia de San Nicolás. El poder terrenal
mirando de igual a igual a las fuerzas ultraterrenas y celestiales.
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