La joven Valerie nació en Limoges y fue bautizada por el obispo de la ciudad. Cuando quedó huérfana decidió consagrar su vida a Dios, pero al regresar su prometido de la guerra, se produjo la tragedia. Encendido por los celos y dominado por la ira, al conocer la noticia, desenvainó su espada y decapitó a su antigua amada.
El alma de Valerie se elevaba a los cielos y su cuerpo aún tuvo tiempo de recoger su cabeza y depositarla a los pies del obispo que ofició su bautismo y su conversión al Cristianismo. En el museo de Louvre se conserva esta escultura del siglo XV, realizada en mármol.
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