La vitalidad del pueblo romano se materializó, entre otras manifestaciones, en sus coloridos mosaicos con escenas mitológicas llenas de vigor, fuerza y pasión. Dos niños, Eros y Psique, a punto de besarse, protagonizan un hermoso mosaico, datado hacia el siglo III d.C., hallado en la fecunda Plaza de la Corredera de Córdoba.
Eros griego, deidad remota y potente, convertido en niño Cupido por los romanos. Psique, que calza botas y se cubre (lo que puede) con un manto, es sometida a duras pruebas por una celosa Afrodita. Gracias a Cupido logra salir victoriosa de todas, y como recompensa Zeus les regala una inmortalidad para que la disfruten juntos.
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