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viernes, 29 de julio de 2016

MOISE VODA



Voivoda valaco, hijo de Vladislav III de la rama danesti, durante un período muy breve de tiempo (1529-1530). En un principio Moise mantuvo buenas relaciones con el sultán Solimán, pero tras el asedio de Viena, decidió cortar los vínculos con la Sublime Puerta, alineándose con el Habsburgo Fernando I y refugiándose en Sibiu (Transilvania). Apoyado por sus nuevos aliados penetró en Valaquia pero fue derrotado y muerto por Vlad VI Inecatul de la familia rival, los draculesti.

sábado, 7 de mayo de 2016

LAS MURALLAS Y LAS TORRES DE SIBIU.



Torres y murallas, calles empedradas y trazados abigarrados, son los elementos arquitectónicos que con pasión buscamos todos aquellos que hemos sido contagiados por el virus de la Edad Media. Transilvania, una región a caballo entre Rumanía y Hungría ofrece varios y destacados ejemplos de ciudad fortificada. Sibiu es una de ellas. Es posible seguir una ruta contemplando muros y torres, lienzos y bastiones, una delicia.


Cuentan, los que saben de estos temas, que Sibiu tenía una de las mejores ciudadelas de toda Transilvania, especialmente preparada para la defensa del recinto urbano con una triple línea de fortificaciones, donde se alzaban torres e intercalaban bastiones, que discurrían entre lo que hoy en día se llama Ciudad Alta y la Ciudad Baja.


La primera línea de fortificación se construyó alrededor de la iglesia, en torno a la plaza Huet y sus dos torres eran la de la iglesia y la de la escalera. A partir del siglo XIII Sibiu empezó un imparable desarrollo comercial y urbanístico, hechos que obligaron una ampliación de sus murallas. Los muros fueron prolongados y doblados hacia el noreste, quedando terminada a mediados de la misma centuria. En estos momentos se alzó la torre del reloj.


El tercero de los anillos se construyó por motivos estratégicos. En realidad lo que se hizo fue reforzar las dos murallas que ya existían, quedando establecida una zona que se conoce desde entonces como “Ciudad Alta”. Estas obras finalizaron a mediados del siglo XIV y posteriormente, adaptándose a las nuevas exigencias, se construyeron bastiones y puestos de artillería. El conjunto era prácticamente inexpugnable.


Paralela a la calle Cetati se alza un precioso conjunto formado por tres remozadas torres; la de los arcabuceros – turnu archebuzierilor – de los alfareros – turnu olarilor – y la de los carpinteros – turnu dulgherilor -. Cada una toma el nombre del gremio que la construyó, cuyos miembros tenían además la obligación de realizar las obras de mantenimiento y por supuesto defenderlas cuando fuese necesario. En ese sentido, los ciudadanos ya no dependían de un señor feudal, defenderían sus vidas con sus propias manos.


martes, 22 de diciembre de 2015

SIBIU, LA CIUDAD CON OJOS.



Subes las escaleras, atraviesas la torre puerta de guardia que controla la entrada a la ciudad, dejas atrás el vertiginoso mundo moderno de estrés, ruido y automóviles, y caminas tranquilamente hacia el corazón medieval de Sibiu. En la Piata Mare (nuestra Plaza Mayor) rodeado por docenas de ojos que se abren en los tejados de las casas, tenemos la sensación (cierta) de ser observados por el vigilante supremo que está situado más allá del espacio y del tiempo.


A orillas del río Cibia, un afluente del Olt, rodeada por las montañas de Fagaras, Sibiu, un destacado centro económico y cultural de Transilvania, ha sabido conservar su arquitectura (e impronta) medieval, con un bellísimo (y agradable) centro histórico, convertido en una amplia zona peatonal, ideal para pasear durante una tranquila mañana de domingo.


Como otras ciudades transilvanas, Sibiu tiene tres nombres; el rumano, el alemán – Hermannstadt – por los colonos sajones que se instalaron aquí en la Edad Media, y el húngaro – Nagyszeben – pues hasta hace cien años era un territorio dependiente de Hungría (Imperio Austro-húngaro).


La ciudad está dividida (u organizada) en dos partes claramente diferenciadas; la ciudad alta (Jos), encajada en el tercer cinturón defensivo, en una colina de 431 metros de altura, y la ciudad baja (sos), unida a la colina por medio de barrios y escaleras varias. Las torres, omnipresentes, conforman la personalidad misma de Sibiu, un laberinto de calles escalonadas, flanqueadas por vetustas casas de madera. Históricamente la vida de Sibiu se articula en torno a tres plazas, y juntas conforman el corazón de la Ciudad Alta. Una bien conservada estructura de torres, barbacanas y murallas protegen ese corazón palpitante de vida. Una serie de pasadizos y callejuelas comunican, como si fueran venas y arterias, estas plazas, dotando de gran armonía a todo el conjunto urbano. Dispersas en diferentes puntos de la localidad encontramos iglesias de diferentes épocas y confesiones: católica,  protestante y ortodoxa.


Los arqueólogos, esos esforzados detectives del pasado, han descubierto que los primeros asentamientos humanos se remontan al Paleolítico. Aquí mismo, varios milenios más tarde, los romanos construyeron un castro o fuerte – Cibinium – y ya a comienzos del siglo XII, pasada ya la turbulenta época de las Segundas Invasiones, se instalaron los sajones (alemanes) procedentes de Renania-Moselle, que acudieron al llamamiento del rey húngaro Geza II (Transilvania formaba parte de la Corona húngara) y el pequeño burgo comenzó a ser conocido por su nombre germano: Hermannstadt. En 1224 otro rey, Andrés II, concedió nuevos privilegios a la ciudad.


Estos burgueses sajones fueron los verdaderos fundadores de la ciudad, cuya primera mención documentada data de 1191 bajo el nombre de Cibinium, transformando el viejo fuerte romano, que llevaba demasiado tiempo abandonado, en un próspero burgo medieval. Sibiu formó parte de las ciudades sajonas de Transilvania – Siebenburgën – y sede de la asamblea germana transilvana. En 1241 la población de Sibiu sufrió las consecuencias de la invasión mongola, que arrasaba Europa a sangre y fuego. Aquí se abrió el primer hospital de Rumanía (1292), la primera farmacia (1494) y fue cuna de Samuel von Hahnemann, padre de la homeopatía.


A partir del siglo XIV, el renacimiento urbano era mucho más que una tendencia, comenzó el desarrollo comercial de la mano de eficientes gremios y asociaciones de artesanos (al igual que en otras partes de la Rumanía). En la centuria siguiente las murallas y los edificios de Sibiu sufrieron en varias ocasiones el asedio otomano, algo demasiado frecuente para las ciudades de estas regiones.


En la Edad Moderna Sibiu padeció los avatares de su tiempo, en especial los relacionados con las disputas internas del Reino de Hungría. Durante la guerra por la corona húngara (1529 – 1536) los partidarios de Jan Zapolya pusieron sitio a la ciudad que fue capaz de resistir siete largos meses de asedio. En 1610 el príncipe transilvano Gabriel Bathory entró en Sibiu y la saqueo. Más tarde (1699) cuando Transilvania pasó a depender de Austria, Sibiu se convirtió en capital, y tras finalizar la Primera Guerra Mundial, Sibiu, como el resto de Transilvania, quedó bajo la soberanía de Rumanía. La orgullosa Sibiu participó activamente en los movimientos revolucionarios de 1989 con los que se abría una nueva etapa en la turbulenta historia rumana.



La belleza de Sibiu, ordenada y luminosa, con sus fachadas color pastel, rompe el manido tópico (irreal) de una Transilvania patria de vampiros y terroríficas leyendas, ofreciendo sin embargo al visitante, una agradable lugar para pasear plácidamente y descansar bajo el sol sentado en cualquiera de sus plazas. Los ojos de Sibiu, auténtica seña de identidad, son simples ventanas abiertas en los coloridos tejados de las viejas casas, cuya forma recuerdan a los órganos oculares humanos. Desde la calle uno tiene la sensación cierta que lo están mirando.  


viernes, 13 de noviembre de 2015

TURNUL SCARILOR.



La Turnul Scarilor – Torre de las Escaleras – es la más bella entrada fortificada al casco histórico de Sibiu, y comunica la ciudad baja y la ciudad alta. Es uno de los edificios más antiguos (concretamente su planta baja) y formaba parte de la primera muralla que se construyó en la ciudadela en el siglo XII. No obstante la fecha de su origen, la estructura que podemos contemplar en la actualidad es del año 1542 aunque también presenta algunos añadidos de mediados del siglo XIX.


jueves, 12 de noviembre de 2015

TORRE DEL CONCEJO DE SIBIU.



La Turnul Sfatalui es uno de los edificios más llamativos y emblemáticos del encantador casco histórico de Sibiu. Situada en el número 1 de la Piata Mica, presenta fachadas a las dos plazas más importantes del centro urbano, la Piata Mica y la Piata Mare, un corredor que la atraviesa comunica ambos espacios. 


Su nombre procede de la función defensiva que cumplía, en medio de los dos mercados. Fue construida en el siglo XIII y ha desempeñado varios cometidos a lo largo de su dilatada historia; sede del antiguo ayuntamiento, almacén de cereales, cárcel y puerta de entrada desde la muralla interna. Documentada por vez primera en 1324, en sus inmediaciones se disponen una serie de edificios que albergan la alcaldía. 





sábado, 10 de octubre de 2015

CATEDRAL EVANGÉLICA DE SIBIU.



La Biserica Evanghelica, símbolo gótico de Sibiu, que ocupa la mayor parte de la Piata Huet (un espacio más tranquilo y recogido que las vecinas Piata Mare y Piata Mica), fue construida entre 1320 y 1520, en el solar de un antiguo templo románico. Esta robusta iglesia, bellísimo ejemplo de la arquitectura gótica transilvana, es el centro del culto luterano en la ciudad.


En el exterior se erige la estatua del obispo George Daniel Teutsch, personaje de relevancia entre la comunidad sajona durante el siglo XIX.


Entre los elementos ornamentales de su interior, ocupa un lugar de privilegio el fresco de la crucifixión, pintado en 1445 por Johannes de Rosenau.


Sin embargo, lo más destacado de la iglesia es su torre de siete niveles, que con 74 metros de altura es la tercera más alta de Rumanía, tras la Catedral de Brasov y la de San Miguel en Alba Iulia.



Una vetusta escalera de madera cuyos escalones crujen a cada paso nos conduce directamente al séptimo cielo.



La última planta del campanario nos regala una impronta para toda la vida: Sibiu a vista de pájaro. A veces las panorámicas desde estos campanarios no ofrecen todo lo que uno espera ver. En el caso de la Catedral Evanghelica, la postal de Sibiu es perfecta. Asomado por uno de los vanos del campanario vislumbramos en la lejanía una cordillera que cierra el horizonte como si fuera una poderosa muralla.


En un rincón de la cripta, atestada de lápidas y estatuas funerarias, medio escondida de miradas curiosas, se encuentra la tumba de Mihnea el Malo, voivoda de Valaquia e hijo de Vlad III el Empalador.


La iglesia fue durante 300 años el lugar de enterramiento para alcaldes, gobernadores y personalidades de la ciudad. En 1853 las lápidas que cubrían las tumbas fueron desmanteladas e incorporadas a las paredes de la cripta, conformando una galería en la que se exponen más de cincuenta de estas lápidas.




lunes, 5 de octubre de 2015

STRADA NICOLAE BALCESCU DE SIBIU.



A menudo, cuando paseamos por las vetustas ciudades de la Vieja Europa, arrastrados por el gentío y atrapados por el ritmo que marca la urbe (a veces pausado, a veces vertiginoso), no somos conscientes de la antigüedad y la historia de algunas de sus calles (estradas, avenidas, bulevares o rúas). La calle Nicolae Balcescu, completamente peatonalizada, es la más transitada e importante del casco histórico de Sibiu, en Transilvania.



Esta calle fue trazada en 1492 cuando se estaba trabajando para acondicionar la Ciudad Alta, y recibía el nombre de Platea Haltensis. No obstante su remoto origen, muchas de las casas y edificios, en un cuidado estilo clásico, son del siglo XIX. Hoy día es la calle más animada de Sibiu, a la que abren sus puertas (y escaparates) tiendas, hoteles y restaurantes, donde antes había almacenes, talleres de artesanos y tabernas, y a pesar del paso del tiempo, y las reformas sufridas, sigue comunicando dos de los espacios públicos más destacados de la ciudad, la Piata Unirii y la Piata Mare.  

miércoles, 30 de septiembre de 2015

PAUL WIENER



En el mundo germano de comienzos de la Modernidad, los pastores protestantes se convirtieron en auténticos héroes para sus pueblos (y futuras naciones). En la ciudad germanorumana de Sibiu, una sencilla placa homenajea a uno de estos hombres, Paul Wiener. Nacido en la ciudad de Ljubliana, estudió teologíá en la Universidad de Viena, abrazó el protestantismo, y se convirtió en el primer obispo reformador de la región de Transilvania. 

domingo, 6 de septiembre de 2015

LA CIUDAD MEDIEVAL. UNA HIPÓTESIS.



Según el Materialismo Dialéctico, a una tesis, el Castillo (aunque también podemos citar a la abadía o al monasterio) se le opone una antítesis, la aldea. De su confrontación surge una síntesis; la ciudad medieval. Los labriegos y pastores (todos los campesinos en general) se contraponen a los señores (laicos o eclesiásticos, caballeros y abades), privilegiados y no privilegiados, señores y vasallos, y de esa lucha de clases surge con fuerza un nuevo segmento social, la burguesía. Una burguesía que no parará de crecer hasta el siglo XIX, cuando el capitalismo derrote definitivamente al feudalismo, y estos burgueses remuevan los cimientos de la sociedad tradicional y se erijan en el grupo dominante. La guerra, la oración y la agricultura son complementadas por la artesanía, y superadas claramente por el comercio a gran escala. Poco a poco los pequeños burgos fortificados fueron creciendo y haciéndose más complejos, transformándose, además, en los centros de la actividad comercial, religiosa, y con el tiempo, política. Los monarcas, enfrentados secularmente con los grandes terratenientes, colmaron de privilegios a estas pujantes aglomeraciones urbanas. Los gremios van suplantando a las legendarias órdenas de caballería, las ferias atraen a más gente que las justas, el dinero es más valioso que las hostias, y la riqueza material va ganando la batalla a la esfera espiritual. Los canteros y albañiles (futuros masones) elevan a los cielos, para gloria de los ciudadanos y no de Dios, las maravillosas catedrales góticas, convertidas en álbum pétreo de recuerdos y un símbolo visible de una época.  
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