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martes, 28 de enero de 2025

JEAN LE BEL.




Un hombre de pluma y de espada. Nacido en Lieja, fue clérigo y hombre de armas, además de cronista de la Guerra de los Cien Años. Su obra recoge la primera parte del largo conflicto que enfrentó a ingleses y franceses, especializándose en narrar las grandes hazañas bélicas. Jean Froissart, el cronista por excelencia de la Baja Edad Media, se proclama continuador de la obra de Jean Le Bel, considerado el precursor de la historia caballeresca que tanto éxito tendrá en los siglos finales del Medievo.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

BATALLA DE FORMIGNY.



Primavera de 1450, la Guerra de los Cien Años se va acercando a su fin, y en Normandía (entre Bayeux y Carentán) se produce un nuevo choque entre Ingleses y Franceses. Los cañones y arqueros ingleses parecían tener controlada la batalla, hasta que Arturo de Richemont, al frente de la caballería bretona, sorprendió a la retaguardia inglesa propinándole una severa derrota. Meses después los franceses conseguían completar la reconquista de Normandía.  

domingo, 9 de abril de 2017

BATALLA DE LA ROCHELE.



La Guerra de los Cien años embarcó a más de tres generaciones de europeos en un conflicto que se ramificaba por todo Occidente; Francia, Inglaterra, Flandes, Borgoña, Navarra, Castilla... En 1372 el marino Ambrosio Bocanegra dirigió una flota castellana, formada en su mayoría por galeras, contra la armada inglesa. Enrique II de Castilla debía parte de su corona al monarca francés Carlos V y en agradecimiento puso la flota castellana a su disposición. El 22 de junio de 1372 la derrota inglesa fue total y absoluta, y un par de meses después los franceses recuperaban el importantísimo puerto de La Rochele. La victoria, además, convirtió a Castilla en potencia naval atlántica. 

jueves, 23 de febrero de 2017

JEAN III DE VERGY.



Jean de Vergy fue mariscal de los ejércitos borgoñones en tiempos del duque Juan Sin Miedo. Durante la Guerra de los Cien años Jean de Vergy demostró sus dotes como militar y su conocimiento de la artillería, un arma fundamental durante el asedio a ciudades y plazas fuertes.  

lunes, 7 de noviembre de 2016

OLIVER INGHAM.



Soldado y senescal de Aquitania, participó en las guerras civiles en época de Eduardo II y cuando estalló la guerra de los cien años se encargó de la defensa de Gascuña ante la invasión francesa.  

martes, 23 de agosto de 2016

HENRY DE GROSMONT.



Noble inglés, hijo del duque de Lancaster, fue a partes iguales general y diplomático. El rey Eduardo III tenía plena confianza en este caballero inglés, miembro de la Orden de la Jarretera, y no dudó en ponerle al frente de sus ejércitos durante los primeros compases de la guerra de los Cien Años. En 1345 derrotó a los franceses en la batalla de Auberoche.

lunes, 4 de julio de 2016

JACQUES COEUR



Jacques Couer está considerado prototipo del banquero medieval. Oriundo de Bourges, e hijo de un mercader, Jacques comenzó ocupándose de la acuñación de monedas. La especulación de los metales preciosos le reportaron una enorme fortuna que invirtió en el lucrativo comercio mediterráneo, situando su centro de negocios en la portuaria Marsella. 

Su fortuna y la proximidad al poder político le situaron en los escalafones más altos de la sociedad bajomedieval francesa. Su meteorica carrera coincidió en el tiempo con la Guerra de los Cien Años y sus enormes recursos permitieron al rey Carlos VII sufragar los gastos de su corte y organizar campañas armadas contra los ingleses. A cambio Jacques recibió diversas concesiones y fue el primer burgués en integrar el Consejo Real. 

Las malas lenguas, alimentadas tal vez por la humana envidia, le implicaron en el asesinato de Agnes Sorel, favorita de Carlos VII. Caído en desgracia no tuvo más remedio que huir, para terminar muriendo en la defensa de la isla de Quíos pretendida por los otomanos. 

viernes, 29 de abril de 2016

JEANNE DES ARMOISES.



Caraduras, pícaras e impostoras han existido toda la vida. Las más de las veces son descubiertas y pocas son las que acaban bien. Como Leonardo di Caprio en “Atrápame si puedes” nuestra protagonista se dedicó a la suplantación durante el Medievo francés. Jeanne des Armoises fue una aventurera francesa que aprovechando cierto parecido con Juana de Arco se hizo pasar por la Santa Guerrera a partir de 1436, sin importar que la Doncella de Orleans muriese quemada en la hoguera cinco años atrás. En cierta ocasión se presentó en Metz y fue capaz de convencer a la población para que le proporcionasen dinero para un caballo y así continuar la guerra contra los ingleses. En 1439 protagonizó una entrada triunfal en Orleans y el propio rey Carlos VII aceptó recibirla. Descubierta y perdonada, no tardó en volver a meterse en otro lío y ser condenada al destierro, momento en que se pierde su pista para siempre. Que se sepa claro, igual engañó a otro incauto y pudo seguir unos cuantos años más viviendo del cuento.  

domingo, 3 de abril de 2016

JEAN DUNOIS, EL BASTARDO DE ORLEANS.



Jean Dunoios era un noble bastardo de la familia Valois y cercano, por tanto, a la débil monarquía francesa. Hacia 1420 entró al servicio del rey Carlos VIII y participó enérgicamente en la Guerra de los Cien Años. Jean Dunois estaba al frente de la ciudad de Orleans durante el famoso asedio inglés, que la doncella Juana de Arco ayudó a quebrar. 

domingo, 27 de marzo de 2016

SIR JOHN CODRINGTON.



El caballero inglés Sir John Codrington tuvo el inmenso privilegio (según algunas opiniones) de portar el estandarte del rey Enrique V en la celebrada victoria de Agincourt (1415).  

miércoles, 16 de marzo de 2016

EDUARDO DUQUE DE BAR.



Eduardo de Bar fue un notable militar francés poseedor de varios títulos nobiliarios. Nació durante el conflicto que marcó la época, la Guerra de los Cien Años. Defendió Boulonnais de los ingleses, se alió con los borgoñones de Juan Sin Miedo en contra de los franceses y terminó participando, junto a la artillería y los ballesteros en la batalla de Agincourt. Esta vez defendiendo los intereses de Francia. Aquel día Eduardo se reencontró con el Sumo Hacedor.  

jueves, 11 de febrero de 2016

ANTONIO DE BRABANTE



Segundón de la Casa de Borgoña, hermano menor de Juan Sin Miedo, recibió, entre otros, el título de Duque de Brabante. Grande tuvo que ser su gobierno e inolvidables sus hazañas para siglos después ser homenajeado con un busto en la Grand Place de Bruselas.

Famoso por su valentía, y capacidad de mediar en los numerosos conflictos nobiliarios de la época, siempre que pudo, se puso del lado de su hermano, el Duque de Borgoña. Como tantos y tantos hombres de armas, Antonio perdió la vida en la célebre batalla de Agincourt (1415) cuando luchaba a favor del rey francés, en el largo conflicto de la Guerra de los Cien Años.


Cuentan que el duque Antonio llegó tarde al campo de batalla por el mal estado de los caminos, y casi sin tiempo de colocarse su armadura se lanzó al combate, arretabando el escudo a un soldado raso. Sin la debida protección, ni el blasón que lo identificaba como Duque, cuando cayó prisionero de los ingleses, fue ejecutado junto al resto de plebeyos. Los nobles tomados como prisioneros solían salvar la vida, pues eran intercambiados por un suculento rescate.  

sábado, 30 de enero de 2016

BATALLA DE CAEN



Año 1346, en el contexto de la Guerra de los Cien Años, los ingleses desembarcan en las costas de Normandía, y comienzan su marcha hacia el sur. Eduardo III tenía un objetivo claro, la ciudad de Caen, centro político, económico y religioso de la región. A finales de julio, después de un corto asedio, las tropas británicas entraron en tropel en la ciudad y la sometieron a saqueo durante cinco días. El condestable de Francia, Raúl II de Briene, encargado de la defensa de la plaza, poco pudo hacer para evitar el desenlace. Esta victoria fue la primera de una campaña triunfal inglesa que culminó con gran éxito en la batalla de Crecy (1346).

martes, 25 de agosto de 2015

MARISCAL BOICICAUT.



La literatura medieval personificaba en algunos individuos el ideal del perfecto caballero: valiente, justo, leal, piadoso y culto en asuntos cortesanos y literarios. El Maréchal Boicicaut, cuyo auténtico nombre era Jean le Meingre, es un ejemplo de esta tendencia. 

Boicicaut es un hombre piadoso que se levanta temprano para rezar sus oraciones, disfruta con la lectura de la vida de los Santos, es comedido y sencillo, y habla únicamente cuando es necesario. Su nobleza le llega a defender la castidad y el honor de la mujer, desprecia la riqueza material como auténtico caballero que es, cuyos valores son los más elevados, y por supuesto, se muestra valiente y decidido en el campo de batalla.

En 1396 acompañó a Juan Sin Miedo en la batalla de Nicópolis, donde los cristianos fueron barridos por las tropas turcas, fue condestable del Emperador de Constantinopla y uno de los generales franceses más destacado de la Guerra de los Cien Años. Precisamente durante su desarrollo fue hecho prisionero en Azincourt (1415), muriendo seis años después en cautiverio. Un contemporáneo y admirador escribió una obra basada en su vida, dibujando no tanto la realidad de un oficio duro, violento y codicioso, como la imagen de un caballero ideal, valiente, piadoso y honrado.

Un ideal encarnado en los primeros tiempos de las Órdenes Militares, nacidas en el celebrado contexto de las luchas contra el Islam, en Tierra Santa (Templarios, Hospitalarios y Teutónicos) y en la Península Ibérica (Alcántara, Santiago y Calatrava). Monjes guerreros, Militi Christi, que pretendían alcanzar los dos valores medievales supremos: la Oración y la Guerra. 

sábado, 9 de mayo de 2015

CARLOS II DE NAVARRA "EL MALO".



Hijo de los Reyes de Navarra y aspirante al trono francés , anduvo metido (prácticamente) en todos los fregados de la época (guerra de los Cien Años, revueltas parisinas, conquista del Reino de Albania, guerra Civil Castellana) y cuando descubrió que nunca se sentaría en el trono francés se conformó con reinar en Navarra, logrando al menos (y eso ya era mucho) mantener la integridad de su territorio. Carlos lo tenía todo para convertirse en uno de los hombres más poderosos de Europa Occidental, pero algo falló, ¿él mismo?, ¿las circunstancias?, ¿la pericia de sus rivales?, ¿la ineptitud de sus aliados?. De cualquier manera no era su destino llegar a ser ese rey poderoso.

Su madre Juana II de Navarra (hija de Luis X ) había sido apartada de la línea sucesoria al trono de Francia por su condición de mujer (en virtud de la Ley Sálica que tantos quebraderos de cabeza trajo a Fernando VII y a su hija Isabel II). No obstante, siempre que tuvo la más mínima posibilidad, por muy remota que fuera, Carlos se mostró dispuesto a reclamar unos derechos que él consideraba legítimos. Su padre, Felipe de Evreux , noble francés y rey consorte de Navarra tenía amplias posesiones en Normandía que heredó el propio Carlos.


Carlos tenía 17 añitos cuando murió su madre, siendo coronado en la Catedral de Pamplona (27 de Junio de 1350) nuevo rey de Navarra (asusta pensar un rey de diecisiete años en el mundo inmaduro de hoy). Ese mismo año murió el rey francés Felipe VI y Carlos abandonó Navarra decidido a hacer valer sus derechos al trono de Francia, dejendo a su hermano menor Luis, a cargo del gobierno. En sus porfías por la corona francesa contó siempre con el inestimable (e impagable) apoyo de su familia, en especial de su tía Juana de Evreux (viuda del último rey Capeto Carlos IV) y su hermano Felipe, hombre enérgico y obstinado.

Instalado en la corte, pronto comenzó a conspirar contra todos y la primera víctima fue Carlos de la Cerda, favorito del rey francés Juan II, asesinado por sus matones. Este acontecimiento (trágico y habitual en contextos de luchas por el poder) acrecentó la enemistad entre ambos gallos del corral, y eso que el monarca francés, precisamente para contentar al navarro, le había entregado a su propia hemana Juana en matrimonio. A partir de este momento (otro punto de inflexión en su vida) Carlos comenzó a reunir a su alrededor a todas las personas descontentas con los Valois (que llevaban poco tiempo reinado), incluyendo a los ingleses (eternos enemigos). De todas formas los franceses nunca apoyarían la investidura de un monarca extranjero, y probablemente Carlos nunca fue capaz de comprenderlo. Este ceguera le llevó a malgastar demasiadas energías inútilmente.


Carlos de Navarra fue una persona que se alió con todos, y que a todos traicinó. En ese sentido, apoyó la rebelión burguesa de Etienne Marcel , se convirtió en capitán general de París, para acabar aplastando la insurrección campesina (con lazos fraternales con los movimientos urbanos) de la Grande Jacquerie. También hizo buenas migas con los flamencos y los ingleses en un intento de socavar la autoridad de los monarcas franceses. Y todo para nada. En 1365 perdida toda esperanza de ocupar el trono de Francia, tras su renuncia mediante el Tratado de Saint Denis, decidió abandonar su cruzada personal y regresar a los asuntos de Navarra.

En la Península Ibérica las cosas tampoco fueron fáciles, en un doble contexto bélico, la Guerra de los Cien Años y la Guerra Civil en Castilla; franceses, ingleses, castellanos y aragoneses, andaban enfrascados en uno de esos conflictos poliédricos, que parecen no tener fin, con batallas, asedios, pactos, escaramuzas, tratados, asesinatos y traiciones. Carlos selló alianzas y rompió pactos según el momento y los intereses particulares. Aunque en principio trató de mantenerse al margen, se enfrentó con todos, y si bien es cierto que no logró ni la corona francesa, ni aumentar sus territorios, no es menos cierto que consiguió mantener intactas las fronteras del Reino de Navarra, rodeado como estaba de potenciales enemigos, que podrían haber anexionado el reino, sin excesivas dificultades.

En el interior del reino navarro desarrolló un profundo programa de reformas que incluía un saneamiento de la administración, el refuerzo de la nobleza como pilar basico de la monarquía y la creación de Cámara de Comptos (1364) situada en la capital Pamplona, como principal órgano financiero. Además reconstruyó la iglesia-fortaleza de Ujué y proyectó fundar allí mismo una Universidad, de la que llegaron a construirse los cimientos (visibles aún hoy) pero que se tuvo que abandonar por falta de recursos.

A Carlos II los franceses lo llamaron "el Malo" quizá en contraposición a su rey Juan II al que conocían como el Bueno (Jean le Bon). Rey malo en Francia pero monarca querido en Navarra.

Su muerte sigue rodeada de misterios, pues se cuenta que murió abrasado en su propia cama, al parecer víctima de los remedios de un médico alquimista que le había preparado un tratamiento a base de suaves sábanas blancas empapadas de aguardiente. La chispa de una lámpara cayó sobre las vendas y el monarca acabó convirtió en una antorcha humana. De esta novelesca forma abandonó este mundo el rey Carlos II.



Un médico judío de Zaragoza, Samuel Trigo se hizo cargo del cuerpo, al que evisceró y preparó para la eternidad. Embalsamó el corazón utilizando aguarrás, mirra, aloe, incienso, resiina, colonia y goma arábiga, y luego fue introducido en un pinchel (vaso) de estaño. El cuerpo fue sepultado en la Catedral de Pamplona, las entrañas se trasladaron a Roncesavalles y el corazón fue llevado a Ujué donde se celebraron los funerales, siendo depositado en el interior de una arqueta en el altar mayor de su iglesia. Como dice la voz popular "genio y figura, hasta la sepultura".  

miércoles, 14 de mayo de 2014

JUANA DE ARCO EN NOTRE DAME DE PARÍS.



Durante la Edad Media hubo mujeres que se calzaron armaduras, cabalgaron mejor que el mejor de los jinetes, blandieron armas y lucharon valientemente en batalla. Y por encima de todas, destacó Juana de Arco. Guerrera, heroína, mártir y santa. Los ingleses la quemaron por bruja y los franceses la elevaron a los cielos, para sentarla a la derecha del Todopoderoso.


Las representaciones de Juana de Arco, o Jeanne d'Arc, son omnipresentes en toda Francia, especialmente en París. Y como no podía ser de otra manera, la Catedral de las Catedrales, Notre Dame, también alberga en su interior una escultura de la Doncella de Orleans, en un lugar privilegiado. Armadura ceñida, espada al cinto, abrazado el estandarte y actitud orante.


Tal como hizo Dios con su propio hijo, también abandonó a Juana a merced de los hombres. Las llamas destruyeron su cuerpo, y el humo elevó su alma a los cielos. 

lunes, 21 de abril de 2014

JEAN FROISSART.



Mitad poeta, mitad historiador. Fascinado por el mundo cortesano y la vida caballeresca, gran parte de lo que conocemos de la Guerra de los Ciena años, se lo debemos a este cronista francés. 

Sus escritos se centran en las Cortes Reales y en los hechos de armas, resaltando el valor en batalla, el elogio a nobles y reyes y describiendo las ceremonias. Por sus páginas desfilan todos los personajes destacados de la época, constituyendo un auténtico "quién es quién".

Jean Froissart era hijo de un artesano que pintaba escudos de armas y estandartes de las familias nobles, decidió ser clérigo y en 1361 se trasladó a la Corte Inglesa como secretaria de la reina Felipa de Henao, esposa de Eduardo III. Tras la muerte de su señora abandonó Inglaterra y regresó a su Francia natal. 

A lo largo de su vida recorrió Escocia, Inglaterra, Gales, Francia, Italia, Flandes y la Península Ibérica, y es que no hay nada mejor como viajar para conocer y escribir. Froissart, que no pertenecía a la nobleza, nunca trabajó para nadie, y se dedicó a escribir lo que veía o lo que le habían contado, situándose como espectador de lujo de los acontecimientos de su época. 

miércoles, 22 de mayo de 2013

GUARDIANA


Juana de Arco en el exterior de la Iglesia de Saint Pierre en Le Mont Saint Michel

Doncella guerrera,
inocente niña de puro rostro 
que custodia santos lugares 
por todo el territorio de Francia, 
heroína que besó la cruz
y abrazó la espada, 
para finalmente
alimentar con su virginal cuerpo
las inquisitoriales 
y británicas llamas.

lunes, 6 de mayo de 2013

JEANNE D'ARC

Su vida a través de la pintura. 


En las paredes del impresionante Panteón erigido en la ciudad de París, cuatro enormes murales nos relatan la vida de  Jeanne d'Arc, Juana de Arco, Santa patrona del país galo. El pintor francés Jules Eugene Lenepveu, a finales del siglo XIX, fue el encargado de ornamentar el Panteón con estampas de la vida de la Doncella de Orleans. 


Jeanne nació en 1412, en el seno de una acomodada familia de campesinos, muy vinculados a la orden franciscana. A los 16 años, una joven Jeanne  comienza a recibir la visita de San Miguel, Santa Catalina y Santa Margarita que le animan a liberar Francia de la dominación británica durante el transcurso de la Guerra de los Cien años.


Tras conseguir el beneplácito del delfín y el apoyo del ejército, consigue levantar el asedio de Orleans, ciudad que estaba siendo sitiada por los ingleses.


La propia Juana asistió a la coronación del delfín, que subió al trono como Carlos VII.


Capturada por el duque Juan de Luxemburgo, es vendida a sus enemigos ingleses. Un año después es condenada por hereje y bruja, y ejecutada en la hoguera en la plaza de Rouen. 
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