miércoles, 9 de marzo de 2016

OLIVENZA, ENTRE PORTUGAL Y ESPAÑA.



Al sur de Badajoz, prácticamente siguiendo la línea que marca la frontera con Portugal nos encontramos con Olivenza, una mezcla peculiar de lo portugués, lo andaluz y lo extremeño.


Azulejos celestes al más puro estilo portugués, plazas abiertas y naranjos como en Andalucía, y calles rectas de casas bajas típicas extremeñas; la esencia de Olivenza guarda un poco de Extremadura, Andalucía y Portugal. Y el gótico manuelino es otro de los sellos de identidad. Hasta hace poco Olivenza fue portuguesa y de ahí su nombre.


La fortaleza, visible desde varios kilómetros, es el elemento arquitectónico más representativo de Olivenza,


Olivenza es el principal centro urbano de una comarca, llamada también Olivenza, una de las más adehesadas de toda Extremadura. Entre la abundante flora, ocupan un destacado lugar la vegetación de rivera que crece a orillas del Guadiana y de los numerosos riachuelos que atraviesan esta comarca. Habitada desde tiempos prehistóricos, por estas tierras han pasado celtas, romanos y visigodos, y en la plenitud del Medievo, caballeros templarios y familias nobles, levantaron imponentes fortalezas y promovieron el desarrollo de dinámicos burgos.


Cuentan algunos que Olivenza fue posesión de los caballeros del Temple. Más bien los templarios se proyectaron sobre la localidad desde la cercana fortaleza de Alconchel, aprovechando un vacío de poder. Si hacemos caso a determinados investigadores del tema, la Orden del Temple eran los dueños y señores de media Extremadura. Eso sí, no pudieron frenar el avance en la región de otras órdenes como Santiago y Alcántara.


Los primeros documentos que acreditan la existencia de la localidad son del siglo XIII, poco después de la conquista definitiva de la ciudad de Badajoz. El monarca de León Alfonso IX cedió estas tierras a las órdenes militares para que procedieran a su repoblación. Los templarios recibieron la plaza de Alconchel y desde ese punto se dedicaron a la labor de repoblar Olivenza, levantando una iglesia y construyendo un castillo.


La Orden del Temple, que no tenía legitimidad para reclamar la plaza, fue expulsada de Olivenza por orden del rey Alfonso X “el Sabio”, ante las protestas del concejo y del obispado de Badajoz. En 1297 mediante el tratado de Alcañices fue cedida a Portugal. Hasta 1801 no dejó de ser un enclave portugués.


En su escudo el olivo sobre el castillo.


Huella indeleble del pasado portugués de Olivenza es el genuino estilo gótico manuelino, cuya obra más sobresaliente en la localidad es la portada del ayuntamiento. Un bellísimo arco enmarca el portal, sobre el que se coloca un blasón con las armas de Portugal, el escudo de la villa y una cruz de la Orden de Avis.


La iglesia de la Magdalena es uno de los templos señeros de Olivenza. También en gótico manuelino.



Labriegos y pastores, los hombres y mujeres de Olivenza llevan siglos viviendo de la tierra.


También están acostumbrados a navegar por aguas del Guadiana y del Olivenza, donde podían asegurarse una buena pesca.


Los caballeros del temple, sus maestros, albañiles, canteros y peones levantaron el castillo y la iglesia. A inicios del siglo XIV (coincidiendo paradójicamente con la disolución de la Orden), el rey Don Dinis, construyó su propia fortaleza encima de la edificada por los templarios, añadiendo catorce torres angulares con una albarrana.


La piedra fundacional del castillo es considerada la partida de nacimiento de Olivenza.





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