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lunes, 21 de octubre de 2019

CABEZA DE ATENEA.




Unos ojos que te miran desde el pasado. Verdes los tuvo Minerva escribió el sevillano universal Gustavo Adolfo Bécquer. Una mirada que quedó atrapada en el frío mármol. Esculpida en un taller romano, inspirada en un obra olvidada del círculo de Fidias. Una diosa de la sabiduría, también de la guerra. Lechuza y yelmo. Inteligencia y estrategia, furia y compasión. ¿Recuerdan a Aracne?. Esos mismos ojos, que hoy parecen vivos, maldijeron (hace miles de años) a la tejedora. A veces pienso que Palas tenía el corazón dentro de la cabeza. No tuvo madre (y eso tuvo que afectar al desarrollo de su compleja personalidad), nació de la mente pensante de Zeus. Patrona de Atenas y adorada a orillas del Tíber. Sobre un busto como este se posó el Cuervo que atormentaba al poeta Edgar Alan Poe. Pluma y mármol, negro sobre blanco.



viernes, 15 de mayo de 2015

PRISIONERO DACIO.



Los dacios, indomables guerreros de los montes Cárpatos, fueron uno de los últimos pueblos sometidos por Roma. Después de varias guerras duras y costosas, Trajano consiguió completar la conquista de la Dacia transdanubiana, a grandes rasgos la Rumanía actual. A los generales y oficiales romanos les gustaba hacer prisioneros, bien para venderlos como esclavos, bien para exhibirlos durante el desfile triunfal. El dacio de enorme proporciones expuesto en una de las salas del Museo Vaticano, pudo ser uno de esos dacios derrotados y capturados tras la dolorosa derrota.  

jueves, 27 de junio de 2013

IN HOC SIGNO VINCES


Detalle de la Batalla del Puente Milvio, en las estancias de Rafael en el Vaticano. Obra de Giulio Romano y otros ayudantes de Rafael.
La víspera de la Batalla del Puente Milvio, Constantino descansaba en la tienda del generalato, nervioso, o tal vez sosegado, eso es algo que nadie puede decir con certeza. Como no podía conciliar el sueño salió a dar un paseo, y mientras caminaba, pensaba en la mejor manera de insuflar ánimo a sus tropas, cuando de repente un cruz dorada se materializó en el cielo, y una voz, casi imperceptible le susurró "con este signo vencerás"

Tras el santo acontecimiento, Constantino ordenó que todos los soldados de su ejército llevar una cruz en el escudo o en cualquier otra parte del atuendo, así como en los estandartes. A la mañana siguiente, envalentonados por la cruz, sus hombres se lanzaron sobre las tropas de Majencio, a orillas del Tíber, y tras una dura batalla consiguieron derrotarlas, permitiendo a su general entrar en Roma y ser coronado emperador.

viernes, 26 de abril de 2013

JUNO SOSPITA



Juno era la deidad protectora de las mujeres, especialmente de las casadas y presidía los alumbramientos. Fuera de Roma Juno también fue muy venerada, destacando el culto de Juno Sospita en Lavinium, cuyo templo estaba rodeado por un bosque sagrado.  El emperador Antonino Pío fue un gran devoto de "Juno Sospita Mater Regina". 

De Lavinim, Juno Sospita fue conducida a Roma, y en la Ciudad Eterna se le erigió un templo. En el Museo Pio Clementino del Vaticano se exhibe una colosal estatua de Juno Sospita, con una piel de cabra cubriéndole la cabeza, armada con escudo y lanza y aplastando con su pie a una serpiente. 

martes, 22 de enero de 2013

MITRA Y EL TORO

Mitra y el Toro en los Museos Vaticanos
La tauroctonía es la imagen principal del culto mistérico mitraico, que tuvo su origen en la meseta irania y que en época romana se convirtió en práctica habitual entre los legionarios. Además, ante la falta de textos litúrgicos, no tenemos más remedio que analizar los monumentos figurativos, para tratar de asomarnos, siquiera de puntillas, a los "Misterios de Mitra". 

Mitra encontró al toro primordial pastando tranquilamente, trató de montarlo asiéndolo por los cuernos y varias veces fue derribado. El dios no cejó en su empeño y volvió a intentarlo una y otra vez, hasta que el toro, exhausto, mordió el polvo. Mitra se lo echó sobre los hombres y lo transportó hasta su cueva. 

Un cuervo fue el mensajero del Sol, con la orden de sacrificar al animal. Mitra, ataviado con gorro frigio agarró al toro y le hundió un cuchillo en el cuello. El rostro de la deidad, refleja al menos indiferencia, cuando no, compasión, ante el acto que acaba de cometer. Jamás, en ninguna representación, Mitra, mirará a los ojos del Toro. Del cuerpo del animal moribundo surgirán hierbas y plantas saludables, de su columna vertebral germinará el trigo que da pan (y cerveza), su sangre, cual fruto de la vid,  se transformó en vino, licor sagrado de los misterios,  y de su semen, recogido y purificado por la luz de la luna, nacieron los animales útiles para el hombre.

Pronto llegó un perro que se alimentaba del grano, una serpiente que repta por el suelo, y un escorpión, que con sus fuertes pinzas, se aferró a los testículos del Toro. 

Estudiosos, investigadores, historiadores, se debaten entre dos posturas a la hora de interpretar el simbolismo de la tauroctonía. 

Una interpretación insiste en su significado naturalista, conectado con el sacrificio del animal, la creación y la regeneración. En este caso, tendría más peso la tradición irania del culto. 

Por otro lado, a la muerte del toro a manos de Mitra, se la ha dado una significación astrológica; simbolizando el final de la Era de Tauro y el comienzo de la Era de Aries. En este sentido, los acompañantes de Mitra representarían a diversas constelaciones, el perro se corresponde con Canis Minor, el escorpión con Escorpio, la serpiente con Hydra, el cuervo con Corvus.... Esta segunda posibilidad, pasa por aceptar un origen grecolatino, para el culto mitraico. 

jueves, 13 de diciembre de 2012

LAOCOONTE

. . . el inocente Laoconte, cometió tres terribles
errores que sellaron su destino;
pasar por el sitio equivocado;
estar allí en un momento inapropiado
y decir lo que nadie era capaz de ver. . .

Laocoonte y sus hijos son castigados por Apolo, que envía dos serpientes, de nombre, Porces y Caribea, para que los asfixie y los sepulte bajo el mar. El desdichado sacerdote Laocoonte trataba de advertir a los incautos troyanos de los peligros que conllevaba el aceptar un presente de unos griegos, que hasta hacía unas horas, intentaban por todos los medios tomar al asalto los altos muros de la ciudad.

¡Necios, no os fieis de los griegos ni siquiera cuando os traigan regalos!
Virgilio, Eneida
Apolo destruyó a Laocoonte y a sus vástagos, Antifante y Timbreo (al que algunos llaman Melanto) , para que no evitaran el éxito del ardid de los griegos.

Ellas, con marcha firme, se lanzan hacia Laocoonte; primero se enroscan en los tiernos cuerpos de sus dos hijos, y rasgan a dentelladas sus miserables miembros; luego arrebatan al padre que, esgrimiendo un dardo, iba en auxilio de ellos, y lo sujetan con sus enormes anillos: ya ceñidas con dos vueltas alrededor de su cuerpo, y dos veces rodeado al cuello el escamoso lomo, todavía exceden por encima sus cabezas y sus erguidas cervices. Pugna con ambas manos Laocoonte por desatar aquellos nudos, mientras chorrea de sus vendas baba y negro veneno, y al propio tiempo eleva hasta los astros espantables clamores...
Virgilio, Eneida
Agesandro, y sus hijos, Poludoro y Ahenodoro, de la escuela de Rodas, fueron los artífices de este grupo escultórico realizado en mármol, que sirvió para decorar la Domus Aurea de Nerón y en la actualidad podemos disfrutar en el Museo del Vaticano.

La escultura “Laocoonte y sus hijos” fue descubierta en 1506, y los hombres del Renacimiento vieron en su dramatismo el ideal de la Antigüedad. El mismo Plinio el Viejo en su Historia Natural escribe que esta “obra debe ser situada por delante de todas, no sólo las de arte de la estatuaria, sino también de las de la pintura”.

La escultura muestra una composición piramidal, con la cabeza de Laocoonte como vértice superior. Los artistas rodios insuflaron dramatismo al rostro de Laocoonte, dolor físico por su sufrimiento y dolor humano al contemplar el fatal destino al que había conducido a sus propios hijos.

sábado, 27 de octubre de 2012

MUSEO EGIPCIO DEL VATICANO


La magia de Egipto en cuatro salas. . . sarcófagos, momias, estelas y estatuas, escritura esotérica y jeroglífica que nos cuentan la primera locura del hombre; la Inmortalidad.





Una de las colecciones de antigüedades egipcias más importantes del orbe, es la del Museo Gregoriano Egipcio del Vaticano. La mayoría de las piezas expuestas provienen de las colecciones privadas de los pontifices, en especial de Gregorio XVI, fundador del museo.

Una pequeña muestra fotográfica de lo que podemos ver en el museo.


Uno de los leones del patio. 

Osiris - Apis bifronte. Frente y perfil.

Estatua de la Reina Tuya, madre del faraón 
Ramsés II el Grande.
Detalle de una estela funeraria
Ataúd y tapa del sarcófago de Hetepheres






Varias perspectivas de una momia de unos 3.000 años de antigüedad

 Cartuchos reales. Detalle.


El chacal Anubis, guía personal 
en el tenebroso desconocido del más allá.



Sarcófago de piedra del sacerdote Sema - Tauy

 Tapa de sarcófago de madera policromada.


El dios babuino Tot, patrón de los escribas.


Estatua cubo


Estela conmemorativa del dios Khonsu
Sacmis, la diosa leona de la guerra


 Antinoo, el amado del emperador Adriano, ataviado como Osiris. Estatua procedente de la Villa Adriana de Tivoli.


Isis, la Gran Madre.


El bóvido Apis

Vasos canopos en alabastro.
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